Éramos sólo unos niños cuando empezó el sueño; Aún no estabas con
nosotros, aunque nuestra alma ya te sentía. Fueron tiempos de éxodo y de
ilusión, de malos y buenos momentos, de fe y esperanza en que el anhelo se
haría realidad y llegaría la hora en que mi cirio se encendería y mi caminar interior
se haría visible para todo el pueblo y mi trabajo se vería recompensado con un
rayo de sol sobre tu Bendito Rostro, con una Oración emigrante y una
marcha de tu gente, inundando tus orillas por las calles del
barrio... tu barrio.