Despertó
la mañana. Un rayo de sol entró por el cristal de mi ventana acariciando mi
cuarto con una luz diferente. Yo sabía que aquél día sería distinto, especial…
mis padres me habían dicho que aquello jamás había sucedido. Y que era posible
que jamás volviese a suceder. Cuando era niño, siempre eran especiales aquellos
días de enero. Eran tiempos de blancura; sin dobleces, sin miradas esquivas,
sólo nosotros y Ella….y tu gente, nuestra gente, entonces aún era nuestra
gente… Entramos por la puerta de tu casa, y allí estabas, como si fuese
Miércoles en lugar de domingo.