Cuando no puedas con el peso, allí estaré Señor, siendo tu
fiel cirineo; y apretaré mis hombros para aliviar la carga que llevas sobre los
tuyos. Cuando me necesites allí estaré, a tu lado, ayudándote en la lucha
cotidiana, como siempre haces conmigo. Porque Tú eres mi Padre, mi Fuerza, mi
Amigo, mi Dueño, mi Oasis, mi Verdad... y yo… yo sólo soy el anónimo costalero
que te ayuda con la carga de la
Cruz de nuestras miserias, sin pretender más reconocimiento
que tu mirada agradecida por echarte una mano para levantarte por cuarta vez…