Cuando se cumplen siete años del
regreso a su Santuario de la Reina de las marismas, el pueblo de Almonte se
prepara para otra nueva venida de la Virgen, las casas empiezan a ser encaladas
y las vecinas comienzan a hacer flores de papel y a forrar los arcos que se
levantan en honor a su patrona con motivo de tan importante celebración. En su
blanca ermita marismeña, es el mes de agosto cuando aparece con su traje
de viaje o como popularmente es conocido por sus hijos “de Pastora”.
Este traslado de la Virgen a
Almonte está documentado ya en 1607, se supone que anteriormente se hubiese
llevado la Virgen a Almonte por motivos de la época: sequias, epidemias etc…
Que eran los motivos habituales para esta celebración sin fecha fija. Los
motivos fueron diversos generalmente epidemias de peste o sequias,
agradecimientos por sucesos relevantes o por peligros como el traslado de 1909
por la invasión francesa. En 1949 se establece la costumbre de realizarlo
cada siete años, y así sucede desde 1956 hasta la fecha.