En el siglo XIX y principios del XX por circunstancias políticas y por el Reglamento del obispo Pedro Antonio de Trevilla, la Semana Santa cordobesa experimentó un descenso extraordinario de popularidad, de tal forma, que estuvo a punto de desaparecer.
Pedro
Antonio de Trevilla, nació en Carranza (Vizcaya) en 1755. Obispo de Córdoba
entre 1805 y 1832, año en el que falleció. De carácter despótico, se hizo célebre tanto por su afrancesamiento durante la ocupación como por
su prohibición en 1820 de la celebración de procesiones durante la Semana Santa.