Mientras
estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus
discípulos, dijo: “Tomad, comed, éste es mi cuerpo”. Tomó luego una copa y,
dadas las gracias, se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque ésta es mi
sangre de la Alianza ,
que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde
ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquél en que lo beba
con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre”. Y cantados los himnos, salieron
hacia el monte de los Olivos. Entonces les dijo Jesús: “Todos vosotros vais a
escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se
dispersarán las ovejas del rebaño. Mas después de mi resurrección, iré delante
de vosotros a Galilea”. Pedro intervino y le dijo: “Aunque todos se
escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”. Jesús le dijo: “Yo te aseguro:
esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces”. Dijo Pedro:
“Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré”. Y lo mismo dijeron también
todos los discípulos. Mt 26, 26-35