Has dado la vida por todos
nosotros, ofreciéndonos el mayor de los regalos... y a tu
imagen y semejanza, entregaron a lo largo de la historia, su bien más preciado miles de ovejas de tu
rebaño por defender al inocente, proteger al humilde y alimentar al hambriento. En contraprestación, al
igual que sucedió contigo, la maldita piara demagógica, cobarde e ignorante que te sigue persiguiendo con el paso de los siglos, ataca, hiere y martiriza a
tus hijos en nombre de la igualdad, la injusticia terrenal y una
multiplicidad de dioses temporales sedientos de carnaza. Y con su nueva inquisición, culpan al sencillo
sacerdote que predica tu mensaje, al misionero que arriesga su vida o al seglar que publicita sus sentimientos
contrariando a la progresía que impone privacidad y silencio para el sentimiento religioso, de los pecados de una minoría de cuyos desmanes no puede hacerse responsable a toda la cristiandad.