Descendiente de esclavos, renunció a una herencia y ofertas de boda y dedicó su vida a la oración y a los pobres.
Miles de romeros acudieron el pasado fin de semana al pequeño municipio de Baependi, en el sur de Minas Gerais, para celebrar la beatificación de Francisca de Paula de Jesús, conocida como Nhá Chica. Analfabeta e hija de una esclava, se trata de la primera beata negra brasileña.
Nhá Chica, que vivió en las calles de Baependi desde que se quedó huérfana a los diez años, no pertenecía a ninguna orden religiosa. Llamada por los brasileños «madre de los pobres», dedicó su vida a la oración y la caridad.
Nació en 1808 en São João Del Rei, en el estado de Minas Gerais, pero pasó la buena parte de su vida en Baependi (MG), donde murió el 14 de junio de 1895.
Descendiente de una familia de esclavos, al quedarse huérfana renunció a la fortuna que le dejó un hermano rico y optó por la pobreza y la religión, la herencia de su madre.
Destinó el dinero que recibió a los pobres y a la construcción de una capilla dedicada a la Inmaculada Concepción, donde hoy está su santuario. Nhá Chica también rechazó varias propuestas de casamiento para dedicarse a los demás. En vida ya era tratada como santa, daba consejos y oraba por quien se lo pidiese.
Curación milagrosa
Desde su muerte surgieron varios relatos de milagros de Nhá Chica. Uno de ellos, el de la profesora Ana Lúcia Leite, que en 1995 descubrió que tenía un problema congénito en el corazón. Un día antes de la cirugía, tras haber rezado mucho a Nhá Chica, tuvo una fiebre que impidió la operación. Meses después los exámenes mostraron que el problema había desaparecido. Ana atribuyó su cura a Nhá Chica.
El caso aceleró la solicitud de beatificación, abierta desde 1989. En enero de 2011, Benedicto XVI aprobó las virtudes heroicas de la religiosa y le otorgó el título de venerable. En octubre de ese año la comisión médica de la Congregación de las Causas de los Santos concluyó que no había explicación científica para la curación de Ana Lúcia.
Para el Papa Francisco, Nhá Chica fue una «perspicaz testigo» de la misericordia de Cristo, según su mensaje leído por el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos del Vaticano, cardenal Angelo Amato, en la homilía celebrada en Baependi. El Santo Padre recordó que era «lega, virgen, una mujer de asidua oración y perspicaz testigo de la misericordia de Cristo con los necesitados del cuerpo y del espíritu».
Brasil, el mayor país católico del mundo, tiene muy pocos santos. Frei Galvão, el primer santo nacido en Brasil, fue canonizado en 2007.