Tras la conquista de la ciudad, Fernando III donó a los Dominicos los terrenos en la zona de la Ajerquía, ratificando en 1241 la concesión mediante un privilegio en el que establecía: "Os doy y concedo en Córdoba aquel lugar, con sus pertenencias donde está el monasterio con todo lo que los frailes tuvieron por donación mía y con la tercera parte del agua que corre al pie del muro y cerca de la barbacana entre la cerquía y la almedina..." Fue tal la extensión de los terrenos que los Dominicos pudieron construir un gran edificio y dotarlo de una huerta conocida como Almesa, para cuyo riego se utilizó el agua concedida por el rey.
Las primeras construcciones se dedicaron a vivienda y a continuación se erigió la iglesia cuya obra culminó en el siglo XV. Posteriormente se añadieron nuevas construcciones y se reformaron las anteriores. Durante la dominación francesa, en 1810, el convento fue convertido en cuartel y sólo la iglesia mantuvo su función original. En 1848, ante el estado ruinoso del convento se ordenó su derribo, quedando de él sólo las referencias de los escritores del siglo XIX. La iglesia y dependencias anejas se conservaron y a principios del siglo XX, Castiñeira, Inurria y P.Pueyo, realizaron una gran restauración, eliminando del interior la decoración barroca del siglo XVII.
En 1904 los Padres Claretianos se hicieron cargo del templo, que hasta nuestros días funciona como parroquia de culto regular.
La Hermandad de la Expiración, desde su reorganización de 1918, radica en este antiguo convento fundado en 1237 tras la Puerta de Hierro de la ciudad, situada donde hoy esta el inicio de la calle Alfonso XIII, y que perteneció a la Orden de Predicadores de Santo Domingo hasta final del siglo XIX cuando los misioneros claretianos Hijos del Corazón de María llegaron a nuestra ciudad.
Planta rectangular de tres naves y ábsides semicirculares, es el templo de mayores dimensiones de la ciudad tras la Mezquita Catedral, siendo su actual aspecto el resultado de las restauraciones llevadas a cabo por artistas de notable relevancia como Adolfo Castiñeira o Mateo Inurria. Artistas como Adolfo Castiñeira o Mateo Inurria colaboraron en su restauración. Al templo se accede a través del Compás que da a la antigua plaza del Salvador, frente al Ayuntamiento de Córdoba, donde dos columnas salomónicas sobre pedestales nos hablan en el lenguaje del arquitecto cordobés de siglo XVIII Francisco Hurtado Izquierdo.