Con estas palabras, pronunciadas por el primer obispo de la Diócesis de Huelva, creada en 1954, Monseñor Cantero Cuadrado dos semanas antes de la Romería de 1961 en una solemne Misa de Medio Pontifical celebrada en la Parroquia del Rocío, en el barrio de Isla Chica de la capital onubense, se ponía el dedo en la llaga en la urgente necesidad de ampliar la Ermita de la Virgen del Rocío.
Monseñor Cantero Cuadrado
Cinco años antes, Cantero Cuadrado había sugerido ya la construcción de un nuevo Santuario. Ocurrió el 20 de Mayo de 1956, Domingo de Pentecostés, en el transcurso de la Primera Asamblea de Hermanos Mayores de la que se tiene constancia celebrada en El Rocío. Pero ya venía acariciando esa idea, desde su primera visita a la Aldea en la primavera de 1954, tras su toma de posesión como Obispo de la nueva Diócesis de Huelva.
Su impulso pastoral siguió urgiendo a Almonte y a su Hermandad Matriz, el nuevo Santuario y así, el 8 de Mayo de 1960, dejaba escritas estas palabras: "Que la generación actual de los fieles rocieros, como testimonio de su auténtica devoción a la Blanca Paloma, legue a generaciones futuras de Almonte y Andalucía occidental, un nuevo Santuario a la Reina y Madre de Andalucía, que se levante sobre las marismas almonteñas con toda la belleza, la ternura y la gracia de esta tierra para mí tan querida".
La idea encontró calor y ambiente propicio en el pueblo almonteño, y en el histórico Cabildo General celebrado por la Pontificia y Real Hermandad Matriz el 31 de julio de 1961, se acordó levantar un nuevo y más amplio santuario a la Virgen del Rocío.