En el mundo cofrade podemos escuchar aquello de... "el próximo día tal, a tal hora, la Hermandad de..., se hermanará con la Hermandad cual..., y en el acto se hará entrega de sus medallas y demás obsequios que las Juntas de Gobierno crean oportunos..." bla, bla, bla...
A todos nosotros se nos pueden venir a la cabeza numerosos ejemplos, pero es la Concordia entre la Hermandad del Gran Poder y la Esperanza Macarena, la más conocida o la que todo el mundo recuerda al instante.
Sin embargo, a mi, la que se me viene a la cabeza, es la mañana del 24 de enero de 1982 (no la pude vivir porque no había nacido, pero sí sé de ella por documentación y charlas con personas que sí estaban presentes), cuando por primera y única vez, el palio ochavado de la Paz y Esperanza, se montó en el interior de la Iglesia, para acoger la imagen que la Hermandad del Rocío de Córdoba regaló para que cada Miércoles Santo fuera entronizada en la calle central de la candelaria de la Virgen, o la mañana del 10 de mayo de 1.998, cuando, desde la escalinata del Convento, vi entrar el Simpecao en la plaza capuchina.