No se han parado nunca a preguntarse, si en esta ciudad hay muchos camellos, mucho yonki o es muy barata la droga. Si no lo han hecho, durante unos instantes en el punto y aparte, háganlo.
Si ya lo han hecho o no da lo mismo, pero la realidad es que uno de esos factores se debe producir. Y motivos hay para planteárselo. Un ejemplo, echen un vistazo a las redes sociales e indaguen en los comentarios azorados que leen por ahí. Nadie, en su sano juicio claro está, se atrevería a decirle a un fulano a la cara improperios de toda clase y condición. El argumento puede ser lo más nimio: que una banda suena flojito, que se debería mirar más por la acción social de la cofradía tal, que se posicione uno en contra de cierta actitud de mengano, que una fecha en un artículo sea errónea. Da igual. Saldrán diez airados llamándote de todo y, si no fuera por el administrador de mensajes, mentando a tu madre, padre, hermana, prima y abuela.