Me alejé de Capuchinos, dejando atrás el brillo de tu mirada y el hogar
en el que me sentía seguro. Me marché envuelto en el cansancio, hastiado de
batallas, sintiéndome empujado por mi conciencia y mi libertad, en el tren de
la búsqueda de la felicidad absoluta que el despiadado destino quiso situar
lejos de tu Paraíso. Me retiré súbitamente, por alcanzar el amor verdadero, avanzando
por la senda del sosiego, dejando atrás las trincheras, con el único
arrepentimiento de no haber luchado por defender el pedacito de gloria que tuve
en tu regazo, ese trocito de tu manto que me permitías tocar con los dedos...