El obispo, Demetrio Fernández, aseguró ayer que "muchos de los que pregonan la eliminación de todo lo religioso en la vida pública, son nazarenos o costaleros en sus pasos de Semana Santa, y les gustaría ser hermanos mayores de su cofradía". A juicio del prelado, estas personas "no permiten lo religioso en el diseño de una sociedad nueva, y ellos forman parte al entramado religioso de la vida social a la que pertenecen". Para Fernández, se trata de "incoherencias del ser humano, por cuyas rendijas Dios se cuela como un rayo de luz para iluminar el corazón de todo hombre que viene a este mundo".
En su última carta pastoral, titulada Laicismo y religión, el obispo también hace referencia a la religión en la escuela pública y recuerda que más del 90% de las familias la piden para sus hijos y que el 92% de la población sea bautizada católica. Por ello, para el prelado resulta "curioso porque muchos de los que profesan esta intolerancia dogmática para los demás, llevan a sus hijos a un colegio de la Iglesia".
Fernández también hace hincapié en que "en una sociedad plural, en la que hay creyentes y no creyentes, la fe y sus consecuencias no pueden imponerse a nadie". "La fe no se impone, se propone", añade y recuerda que "se hace siempre en el respeto a toda persona, sea cual sea su condición, su pensamiento, su manera de entender la vida y la historia". Desde la religión cristiana, continúa, "caben todas las personas".
El obispo asegura que "a veces uno se encuentra con la actitud de algunos no creyentes, que quisieran borrar toda huella de Dios en el corazón, en la sociedad, en la vida y en la convivencia de los humanos". Como ejemplo, Fernández recuerda "experiencias históricas en el siglo XX, de signo contrario (nazismo y marxismo), que se caracterizan por su intolerancia hacia quienes no piensan como ellos, y concretamente, de ataque frontal al hecho religioso".