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martes, 4 de junio de 2013

Una procesión muy madrugadora

Muy temprano. Esas eran las palabras de la mayoría de fieles que poco antes de las ocho de la mañana se dirigían a la Catedral para celebrar la solemnidad del Corpus Christi.

Puntualmente, dio comienzo la solemne eucaristía presidida por el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, y concelebrada por el clero diocesano. Una eucaristía donde se cuidaron todos los detalles (incluido el impresionante terno blanco bordado en oro que lució el prelado) y donde cientos de fieles siguieron de cerca las palabras del obispo, quien en su homilía manifestó la importancia de este día en el que "rendimos homenaje y culto a Jesucristo". El prelado señaló que "hoy más que nunca Jesús nos invita a abrir nuestro corazón y darle de comer a tantas personas que lo necesitan". Al hilo de esto, elogió la labor de Cáritas asegurando que "el hombre que no tiene a Dios, padece la mayor de las carencias".


Concluida la ceremonia religiosa, se comenzó a organizar la procesión de la Custodia de Arfe por las calles de la ciudad, una procesión, bien por la hora, bien por el calor, que ha bajado notablemente en participación. Y es que, desgraciadamente, desde hace algunos años se viene notando cómo cada vez hay menos niños de comunión acompañando al cortejo, y cómo van cayendo el número de altares que instalan las cofradías. Apenas hay colgaduras en los balcones y, en cuanto al acompañamiento de público, cada vez hay menos jóvenes. También hubo zonas donde la comitiva fue deambulando sola a los sones de los cantos de los seminaristas, algunos de ellos con micrófono en mano y un antiestético altavoz móvil que entonaba canciones eucarísticas, que, sin duda, serían mucho más auténticas si se entonaran a pulmón como se ha hecho toda la vida.

La comitiva, a los sones de la marcha Triunfal , interpretada por la banda del Cristo del Amor, llegaba hasta la plaza de la Compañía donde estaba lo mejor del arte efímero cofrade para recibir al Santísimo, los altares de las hermandades de Animas, Expiración y Santo Sepulcro, efímeras obras que junto a las de las hermandades de la Merced, Sentencia, Carmen de San Cayetano, Misericordia y Amor contrarrestaron todo lo anterior dándole un toque de solemnidad a la procesión que, cada vez más rápida, iba buscando la plaza de las Tendillas.

Una vez allí, en el altar instalado por el Cabildo Catedral, el obispo ofreció una breve alocución y, tras instar a los fieles a participar en la tarde de ayer en la hora de exposición del Santísimo convocada por el Santo Padre, impartió la bendición con el Santísimo Sacramento, retomando la procesión por la calle Jesús y María rumbo a la Catedral, ya con mucho más público en las calles y bajo una tradicional alfombra de romero, cuyo color verde quizás anuncie la esperanza en una procesión del Corpus más participativa.







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