Al cabo de una semana de actividad agotadora, y cuando tanto su séquito como los periodistas estaban agotados, el Papa Francisco inició una conferencia de prensa el avión poco después del despegue de Río de Janeiro rumbo a Roma. Duró hora y media de una claridad y libertad sin precedentes en la Curia vaticana.
El Santo Padre respondió con tranquilidad y precisión a docenas de preguntas sobre todos los temas, incluidos los escándalos del banco de Vaticano, el reciente arresto de un monseñor de la Curia, su excelente relación con Benedicto XVI, el estudio de la mejor fecha para la canonización de Juan Pablo II, la conveniencia de desarrollar una teología de la mujer, etc. Quitó hierro a muchas cuestiones, como la del «lobby gay» en el Vaticano, que dijo no haber encontrado, precisando que el problema no es la orientación sexual sino el intentar crear «lobbies» de cualquier tipo.
Después de haber pasado brillantemente –y con un asombroso despliegue de energía - la «prueba de fuego» de la JMJ de Río de Janeiro, la soltura y la precisión con que fue respondiendo a todas las cuestiones indican que el pontificado del Papa Francisco tiene un potencial arrollador.
El Papa reveló que lo peor de estos cuatro meses ha sido «una ciática dolorosa el primer mes. No se lo deseo a nadie». Reveló también el contenido del maletín negro que llevaba en la mano al subir al avión en Roma: «Sencillamente las cosas de afeitarme, el breviario y un libro de santa Teresa de Lisieux, de quien soy devoto. Siempre he llevado yo mismo mi maletín. Es una cosa normal, y tenemos que acostumbrarnos a la normalidad».
Las reformas que ha iniciado en la Curia vaticana «responden a dos vertientes: las abundantes peticiones de los cardenales antes del Cónclave –incluso las mías-, y la oportunidad. Por ejemplo, yo pensaba dejar las cosas económicas para el año que viene, estableciendo ahora tan sólo la comisión sobre el IOR (banco del Vaticano), pero en la reunión de los 15 cardenales encargados de asuntos económicos se vio la oportunidad de establecer también ahora la segunda comisión, la que se ocupa de la economía de la Santa Sede».
Su relación con Benedicto XVI es filial, pues «yo le quiero mucho. Tenerle en el Vaticano es como tener el abuelo en casa, un abuelo muy sabio. Es una persona muy prudente. Para mí es un padre».
Cuando, en su primer encuentro en Castel Gandolfo, Benedicto XVI le pasó la caja con los interrogatorios y el sobre con las conclusiones de la investigación de «Vatileaks», el Papa emérito «lo llevaba todo en la cabeza. Yo no me asusté. Es un problema serio pero no me asusté».
Tampoco ha encontrado demasiada resistencia a las reformas ya que «hasta ahora no he hecho tantas cosas. He encontrado gente que me dice ‘yo no estoy de acuerdo’, y esto es muy bueno. No como los que dicen a todo ‘muy bonito, muy bonito’, y después…».
El Papa insistió en que «hay muchos santos en la Curia. También otros que no lo son». Refiriéndose al reciente caso de Nunzio Scarano, jefe de contabilidad de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), afirmó que “un monseñor en la cárcel es un escándalo, y hace daño”.
En cambio, defendió al nuevo prelado del IOR, Battista Ricca, acusado de escándalos homosexuales cuando estaba en la nunciatura de Uruguay, señalando que «hicimos una investigación y no salió nada». En una línea prudente comentó que «puede haber pecados de juventud, pero Dios los perdona y los olvida. Nosotros debemos hacer lo mismo».
No ha encontrado un «lobby gay»
Preguntado por la posible existencia de un «lobby gay» en el Vaticano dijo que no lo había encontrado, y se extendió explicando que una cosas es la orientación sexual, que merece respeto, y otra la constitución de lobbies en la Curia, que es inaceptable. El Papa agradeció la pregunta pues le permitió recordar que el Catecismo de la Doctrina Católica aconseja comprensión y caridad, mientras que los lobbies, «como el lobby de los avaros, de los políticos o de los masones» son un problema allí donde se creen.
En respuesta a otra pregunta, el Papa recordó que no es posible la ordenación de mujeres, como definió de modo definitivo Juan Pablo II, pero insistió en que su papel es fundamental «como la Virgen era más importante que el de los Apóstoles o que los obispos», y subrayó la necesidad de «desarrollar una teología de la mujer». También considera necesario prestar más atención a las personas divorciadas vueltas a casar, y mejorar el funcionamiento de los tribunales eclesiásticos.