LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO: CÓRDOBA, 8 DE ENERO DE 1931.
TRAYECTORIA: HERMANO DE LA PAZ HACE MÁS DE 70 AÑOS Y CAPATAZ DE LA VIRGEN DURANTE MÁS DE 50.
Nacer y disfrutar de los primeros compases de la vida en la calle Alfaros, cerca de la plaza de Capuchinos, tuvo mucho que ver con que Rafael Muñoz Serrano quisiera ser desde pequeño hermano de la hermandad de la Paz y la Esperanza de Córdoba, cofradía que procesiona el Miércoles Santo y a la que lleva vinculado desde hace más de 70 años, desde que tenía 9 o 10 años, siendo además capataz de la misma durante más de medio siglo. Muñoz es también hermano de honor de la hermandad y fue distinguido con el título de Cofrade Ejemplar por la Agrupación de Cofradías. Por otro lado, ocupó varios cargos en la junta de gobierno de la hermandad de la Paz, siendo tesorero, mayordomo y vocal. Conocido como el capataz de los capataces de Córdoba, ha guiado los desfiles de la Paz y de otros muchos pasos de Córdoba capital y de la provincia.
--¿Dónde se crió usted, Rafael?
--Viví en la calle Alfaros hasta que a los 24 años me mudé a la calle Paco León, en Cañero, donde sigo viviendo desde hace más de 50 años. Mis padres se llamaban Rafael y Purificación y mi única hermana Patrocinio. Tengo 3 hijos, Purificación, Rafael y Luis Gabriel. Mi madre era ama de casa y mi padre fue militar. Estuvo destinado en Marruecos, en Tetuán, Melilla, entre otros sitios. En 1952 se vino para Córdoba. Mientras mis padres estaban fuera yo me quedaba con mi abuela. Me casé con 22 años y mi esposa, Rafaela Cruz Luque, tenía 18 años. Nos conocimos en el barrio de Santa Marina, ya que mi mujer vivía en la calle Moriscos y ambos acudíamos a la parroquia de Santa Marina. Me da vergüenza decirlo pero parece que ella se enamoró de mi persona. Estuvimos tres años de noviazgo.
--¿Recuerda la Guerra Civil?
--En los inicios del conflicto mi madre quería llevarme a los jardines de la Victoria, pero la Guardia Civil no nos dejó entrar allí. Mi padre era sargento de complemento. Luego ingresó en la academia en Madrid y salió de oficial. No recuerdo haber pasado necesidades, pese al hambre. Mi padre, antes de ser militar, había trabajado en la Electromecánica.
--¿La afición por la Semana Santa le vino de su familia?
--Sí. Mis padres eran muy religiosos.
--¿Se perdieron muchos bienes religiosos en la Guerra Civil?
--La Semana Santa de mi niñez estaba muy empobrecida. Sevilla estaba más adelantada que Córdoba entonces. Sin embargo, Córdoba ha aumentado su patrimonio religioso, en imágenes, bordados, platería. Córdoba está ahora en un momento maravilloso. En la capital no se destruyó imaginería religiosa en la guerra, ya que la parte nacional se hizo cargo de la zona.
--¿Cuántas cofradías había en Córdoba cuándo usted era joven?
--Unas treinta, pero estaban empobrecidas y no contaban con tronos o pasos de procesión en condiciones, como los que hay hoy en día. En la Semana Santa de mi niñez no había procesiones todos los días. La hermandad de la Paz, al cabo de los 70 años, es cuando cuenta con un patrimonio de verdadero valor. A la Paz le ha costado muchísimo dinero disponer de un paso de palio nuevo.
--¿Pudo usted estudiar?
--Sí, primero fui al colegio Divina Pastora, que estaba entonces en la calle Alfaros, y luego continué en el colegio Cervantes. Pero no pude acabar el Bachiller porque mis padres no podían costearlo. Seguí estudiando en una academia con un primo mío que me daba lecciones para poder colocarme en una oficina o en un banco. Por mediación de amistades me presenté en la empresa Medina Azahara y entré como escribiente en la oficina. Aprendí el oficio y pronto me hicieron jefe de la fábrica. Esta empresa estaba ubicada en la Carretera de la Ronda, ahora avenida Jesús Rescatado. Medina Azahara ocupaba unos 6.000 metros cuadrados, tenía unos 40 empleados y se dedicaba a la comercialización de materiales de construcción y otros artículos. En los 37 años que trabajé allí traté con muchos constructores que poco después de la Guerra Civil comenzaron a encargarse de levantar la ciudad. Entonces había una serie de ayudas a los constructores para estos fines. El Gobierno de Franco daba por cada piso una cantidad de pesetas al constructor. Se edificaron casas y bloques con pisos. En Medina Azahara trabajábamos con muchas constructoras, como Agromán o las de Nicolás Aparicio o Alejandro Pérez.
--¿Hasta cuándo trabajó en la empresa Medina Azahara?
--Hasta 1983, fecha en la que cerró por los bancos. La empresa tuvo que cerrar porque años antes le habían concedido unos créditos y los cargos que llegaban provocaron muchas deudas. Me presenté a varios empleos pero no conseguí nada. Hablé con Manuel Quirós, que era amigo mío de la juventud, y empecé a trabajar hasta mi jubilación en su empresa, Industrias Aras. En poco tiempo me hizo el responsable de contabilidad y me convertí en empleado de confianza.
--¿Toda su familia será de la hermandad de la Paz?
--Vivíamos junto al colegio Divina Pastora, en la calle Alfaros. La casa estaba frente a la farmacia que hay ahora. La iglesia de Capuchinos era mi favorita cuando era pequeño. Tenía mucha amistad con los frailes. En aquellas visitas me enteré de que se iba a trasladar allí la Virgen de la Paz y que se iba a constituir la cofradía. Tengo el número 2 de hermano. Nos apuntamos muchos de la familia.
--¿Cómo desfilaba La Paz entonces, con ruedas?
--No. La portaban costaleros de tercera categoría. El capataz buscaba a costaleros, pero no tenían técnica. José Gálvez Galocha, que era sevillano, se hizo hermano en 1945 de La Paz. Tenía cierta idea de cómo había que llevar un paso. Estuve muchos años de ayudante con él e iba despuntando. Sin embargo, pensé que yo tenía que llegar a ser capataz, así que me fui a Sevilla a formarme. Tendría unos 20 años cuando le dije a Pepe Gálvez que quería ser capataz. El me contestó que siguiera con él de contraguía. Pero yo iba a Sevilla y veía los ensayos de los capataces sevillanos con los costaleros. Estaban muy adelantados con relación a nosotros. Aprendí la calidad y Gálvez comenzó a darme más libertad. De este modo, empecé a asumir encargos particulares, además de mi cofradía. Conforme se fue conociendo mi trabajo con las cuadrillas de costaleros llamé la atención poderosamente, aunque sea inmodesto decirlo. Me llamaban los hermanos mayores de las cofradías para ver si quería ser capataz con sus cuadrillas, pues me habían visto y se daban cuenta de que era bastante listo con este tipo de trabajo. Me fui ganando un nombre y llegó un momento, durante muchos años, en los que salía de capataz todos los días de la Semana Santa, excepto el Sábado Santo.
--Para usted la Semana Santa eran siete días de no dormir.
--Al cabo del tiempo tuve que limitar mis salidas, ya que preparar tantas cuadrillas implicaba muchísimos ensayos. Estaba trabajando todo el día y luego los dos meses anteriores a la Semana Santa todas las noches con ensayos a las 10 de la noche, para ver cómo los costaleros debían colocarse, cómo debían andar, cómo tenían que ir calzados, entre otros aspectos. Era un oficio más en mi vida.
El haber sido reconocido como capataz de capataces se refleja en el salón de la casa de Rafael Muñoz, que está repleto de placas y de distinciones de hermandades de la capital y de la provincia. En La Paz estuvo más de 50 años de capataz. Primero con el Cristo de la Humildad y Paciencia durante 3 años y luego con el palio de la virgen más de 50 años. Consiguiendo "desfiles maravillosos", según él. En 1963 Rafael Muñoz pasó a ser también capataz de la hermandad de las Penas. En 1975 se constituyó la primera cuadrilla de hermanos costaleros no profesionales en la Expiración, siendo el Sepulcro la segunda hermandad en contar con hermanos costaleros en el año 1976 y La Paz ese mismo año también. Muñoz Serrano fue el que había formado anteriormente a las cuadrillas de costaleros profesionales.
--¿Cuánto cobraban los llamados costaleros profesionales por sacar una procesión?
--El sueldo fue incrementándose, de forma que en los últimos desfiles cada uno llegaba a cobrar hasta 2.000 pesetas por procesión. Sin embargo, cuando yo empecé con José Gálvez de contraguía los costaleros a lo mejor cobraban 12 duros y fueron subiendo hasta llegar a los 20 duros, luego a las 200 pesetas. Se iba aumentando la cantidad en cada Semana Santa.
--Habría quien obtendría un sueldo siendo costalero profesional de varias procesiones. ¿A usted también le pagaban?
--Para estos costaleros era una ocasión de ganar dinero. A mí me pagaban el doble que a ellos por ser capataz de los profesionales, pero cuando lo dejé y era capataz al uso, no profesional, no cobraba nada, como debe ser.
--¿Quiénes llevaban mejor el paso, los costaleros profesionales o los voluntarios?
--La preparación era y es superior en los hermanos costaleros frente a los profesionales, ya que tienen más interés y más fe.
--En los tiempos en los que usted era capataz de varias procesiones, ¿qué pasos guiaba cada día de la Semana Santa?
--El Domingo de Ramos saqué un tiempo la Esperanza de Santa Marina, Virgen de los Desamparados y Concepción de Santiago; el Lunes Santo, primero el Cristo de Animas en Córdoba y luego durante 23 años la Santa Cena en Puente Genil; el Martes Santo, la Expiración y la Virgen de la Caridad de San Andrés; el Miércoles Santo, la Paz; el Jueves Santo, las Angustias, la Reina de los Mártires y el Esparraguero; el Viernes Santo fui el guía durante 17 años del Sepulcro y el Domingo de Resurrección hubo años en los que saqué el Resucitado y otros en los que me tocó la Virgen de la Alegría.
Incluso hubo Semanas Santas en las que Rafael Muñoz se escapaba con su hijo Rafael, capataz de la hermandad de la Paz y del Caído, a la Madrugá sevillana.
--¿Cómo era su estilo? ¿Ha sido usted capataz de los que vociferan mucho o calmado?
--Cuando era capataz del Sepulcro usaba un pañuelo blanco porque había que ir en silencio. Como a través de los respiraderos me veían los costaleros, pues sacaba el pañuelo a una mano u otra y hacían el movimiento convenido. No era un capataz de dar voces para lucir la chaqueta, sino de alzar la voz lo normal. Fui un capataz de estilo serio.
--¿Cómo surgió lo de ser capataz también fuera de la capital?
--La gente de los pueblos me veía trabajar en Córdoba. Algunos me buscaban para que fuera capataz de sus pasos y, como no podía serlo porque tenía toda la Semana Santa completa, al menos fui su maestro y les guiaba los ensayos.
--Uno de los primeros costales que lució la Expiración en 1975 lo guardó para su nieto Rafael que también es costalero, ¿no?
--Sí. Tengo 6 nietos y un biznieto.
--¿Le agradaría que el Cristo de Animas fuera con costaleros?
--Sí, me hubiera gustado que Animas dejara las ruedas. Para ello era necesario contar con un paso nuevo con mayor espacio. Sin embargo, aún sigue con las ruedas.
--Hasta hace unos años en las cofradías no había muchas mujeres en las juntas de gobierno.
--A partir de los 70 fue cuando empezaron a entrar mujeres.
--¿Con qué momento del desfile de la Paz se quedaría?
--La Paz ha pasado siempre por rincones muy difíciles, aprovechando que tenemos las mejores cuadrillas, que conocen bien el oficio de costalero. Eso nos ha dado mucha categoría. La Paz es hoy en día una de las mejores cofradías de Córdoba. Además, el pasado año estrenamos el nuevo palio, de forma que entre el manto y el palio nuevo se ha invertido un montón de dinero y eso no se había podido hacer en 70 años. Esto era un sueño.
--¿Qué le parece que se critique el lujo de las cofradías?
--A lo mejor se puede pensar que La Paz no había tenido que destinar tanto dinero a un palio nuevo, pero ese gasto no es tirado. Detrás del patrimonio de las hermandades hay talleres que están viviendo de las cofradías todo el año.
--¿Siente cariño especial por alguna imagen además de la Virgen de la Paz?
--La Paz es una imagen bellísima y es una cofradía que siempre ha actuado por el bien de los demás. Pero también están las Angustias y muchas más.
--¿Ha cambiado mucho la Semana Santa de Córdoba?
--Córdoba es muy espectacular para el paso de los desfiles de Semana Santa porque cuenta con muchos rincones difíciles. Calles estrechas que las cofradías deben aprovechar. La mayoría de las cofradías han mejorado sus pasos y sus imágenes.
--¿Y qué papel ha jugado la Agrupación de Cofradías?
--La Agrupación de Cofradías siempre ha necesitado tener personas al mando con conocimiento amplio de todo lo que necesitan las hermandades. Así, Manuel Quirós, hermano mayor de La Paz, es un cofrade que conoce mucho el arte y por eso es un hombre capaz de decirle a un escultor o a un bordador que algo no le vale. Se ven cofradías, como por ejemplo el Caído o la Paz, que están engrandeciendo su patrimonio artístico con artículos dignos de ver. Debe elegirse a personas que sepan de esto. Yo era de la Paz y me llamaron de San Lorenzo para que diera mi opinión cuando se pensó en llevar el paso con costaleros. Cogí las puertas de San Lorenzo y miré la altura. Con arreglo a eso, los que estuvimos en esa reunión dimos nuestras opiniones, aunque ninguno éramos de la cofradía, a pesar de que luego no se llevara a cabo esta idea.
Acaba la entrevista y Rafael Muñoz no quiere dejar de hablar de Semana Santa. A sus 82 años le brillan todavía los ojos al recordar cómo guiaba el paso de su amada Virgen de la Paz.