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domingo, 22 de septiembre de 2013

El Cirineo: Crónica distanciada del Vía Crucis Magno

Con la distancia que otorga el paso del tiempo, una semana después del acontecimiento que tuvo lugar en Córdoba el pasado sábado, creemos que ha llegado el momento de analizar, desde la subjetividad más absoluta, lo que sucedió esta histórica jornada. Sí, hemos dicho subjetividad, este es un artículo de opinión. Cualquier otro planteamiento pasaría por engañar al lector. Y es que en el mundo que nos rodea y por supuesto en ese trocito de mundo al que nos gusta llamar universo cofrade, el elemento subjetivo siempre tiene un papel primordial a la hora de contar las cosas que pasan. A fin de cuentas, cada uno ve lo que ve y siente lo que siente y un mismo hecho puede ser percibido de manera muy distinta por dos personas diferentes. Por tanto, todo cuanto decimos a continuación es únicamente nuestra opinión, ni más ni menos válida que cualquier otra, emitida siempre desde el máximo respeto y en búsqueda de construir con vistas al mañana, de acuerdo con lo afirmado por D. José A. Nieto en la presentación del Cartel del Rocío de la Fe  el pasado miércoles: "... hemos de asumir las críticas, porque éstas nos harán mejorar..." 

En el desarrollo de los acontecimientos del 14 de septiembre, y de los días precedentes y posteriores han quedado claras a nuestro juicio dos conclusiones fundamentales.

1.- La ciudad de Córdoba está sobradamente preparada para organizar cualquier acontecimiento de esta índole que se deba poner en marcha.
2.- Las Hermandades están muy por encima del Órgano que las representa.


En relación a la primera de las conclusiones, se acabó afirmar con cierto desdén que la Semana Santa de Córdoba carece de nivel suficiente. La impresión de gran parte del público foráneo fue de sincera admiración ante lo que estaba viendo. La Calidad de los Pasos que inundaron las calles de la ciudad ha quedado absolutamente contratada. Misterios como los de Jesús de las Penas, Coronación, Sentencia, Redención o Humildad y Paciencia, son perfectamente extrapolables a cualquier Semana Santa (hemos dicho cualquiera). Tienen categoría más que suficiente, por mucho que sistemáticamente nos empeñemos en minimizar lo que nos rodea, costumbre muy cordobesa por otra parte. Pasos magníficos como el del Santo Sepulcro o el de la Reina de los Mártires han dejado con la boca abierta a más de uno, por no hablar de la soberbia factura de tallas como el Rescatado, el Huerto o las Angustias. (Por favor, que no se me enfade nadie si nos nombramos a todas las Hermandades participantes.)

Es cierto que se echaron en falta algunas Imágenes que podrían sin ningún género de dudas haber estado en el evento, como el Cristo de las Penas de Santiago, el Cristo de Gracia o Jesús del Calvario. Decía Francisco Mellado en su entrevista al Presidente de la Agrupación, que algunos misterios están metidos a presión, y probablemente no le falte razón, aunque esto es como lo del seleccionador de fútbol que todos llevamos dentro, cada cual hubiese confeccionado su propia lista, a pesar de que la inmensa mayoría de los cofrades de esta ciudad estemos de acuerdo a la hora de destacar algún caso especialmente llamativo.

Basta igualmente de decir que Córdoba no está preparada para tener una Madrugá. Es falso. Lo ha sido siempre pero desde el pasado sábado, es más falso que nunca. Por poner un ejemplo, Humildad se recogió más allá de las 6 de mañana con un gran gentío en los jardines de la Merced y en Capuchinos. Todo ello teniendo en cuenta el caos absoluto de horarios que con toda probabilidad provocó que mucha gente no acudiese por no saber si el traslado había llegado su fin o no. (Gente de Paz tuvo que aclarar vía twitter en varias ocasiones que el Rey de Capuchinos aún estaba en la calle). La Madrugá es perfectamente posible. Sólo falta voluntad… y paciencia. Y por supuesto acertar con las Cofradías… sin complejos y reconociendo por todos quienes son los que deben estar ahí. ¿Qué sucedería si le quitásemos a la Madrugá sevillana a las dos Esperanzas o a Jesús del Gran Poder?.

La segunda de las conclusiones ha quedado también meridianamente clara. El acontecimiento tuvo dos partes completamente diferenciadas. Una parte compuesta por los traslados de cada una de las Cofradías participantes en los que el nivel mostrado por todas y cada una de ellas fue excepcional y que, tal y como afirmó nuestro alcalde, fue un éxito sin paliativos que permanecerá para siempre en nuestra memoria cofrade, y la parte cuya organización directa corrió a cargo de la Agrupación, el Recorrido Oficial...

Sin ánimo de ahondar en lo más negativo del asunto, la organización de la parte Oficial fue mala, muy mala (de "dudosa" la calificaba ABCdesevilla.es). Ninguna de las cofradías y cofrades participantes puede decir lo contrario. Y no lo dicen, aunque por prudencia no hagan públicas sus opiniones al respecto. No hemos sido capaces de escuchar ni una sola voz de integrantes de cortejos, bandas o cuadrillas que accedieran al Recorrido Oficial y a la S.I.C. que nos haya dado una opinión en contra. No decimos que no las haya, simplemente no la hemos encontrado.

Y no será porque no se supiera de antemano que muchas de las cosas que fallaron iban a fallar. En primer lugar, ¿alguien puede explicar por qué se hicieron experimentos? Como bien dice un alto cargo de una de las Hermandades participantes, ¿por qué no nos limitamos a hacer lo que las cofradías llevamos haciendo toda la vida? ¿Por qué hay que citar a todos los pasos al final de la Calle de la Feria y componer un cortejo a partir de cero en lugar de convocar a cada uno a una hora y hacer lo que todos los años hacemos perfectamente al entrar en Carrera Oficial, esto es entrar secuencialmente, una detrás de otra?. Se hubiese evitado el tapón de la Cruz del Rastro (que podría haber causado algún problema serio) y el espectáculo de un Misterio adelantando a otro en pleno Recorrido Común.

Y lo de los horarios de regreso supera cualquier intento de opinión favorable, por mucha buena voluntad que se quiera tener. En vista del retraso acumulado, alguien debería haber indicado a los responsables del Cabildo Catedralicio, con Monseñor Demetrio Fernández a la cabeza, que el pueblo estaba esperando en la calle, y de hecho esperó más de hora y media sin saber lo que estaba sucediendo. Alguien debía haber pensado en las cuadrillas costaleras y en lo que supone regresar a casa después de haberse enfriado por un parón de horas. Alguien debería haber evitado que miembros de la Organización estuviesen cambiando impresiones en medio de la Ronda de Isasa impidiendo la visibilidad a los que habían pagado una localidad. Alguien tendría que haber hecho algo por evitar imágenes de miembros de cortejos sentados en corrillos en el suelo del Templo mayor de la ciudad como si de un parque se tratase. Alguien debería haberse preocupado de que algún trío de capilla no participase en vaqueros en un evento de esta magnitud, o del largo de alguna falda (ahora nos tacharán de retrógrados), en lugar de esa obsesión con las camisetas costaleras. Alguien deberá ocuparse en el futuro de la calidad de la cera manifiestamente mejorable proporcionada por la "Central de Compras". 

Sucede que ese alguien se llama Agrupación de Hermandades y Cofradías, con su Presidente a la cabeza, a la que sin duda hay que agradecerle la valentía de organizar un Acto Histórico como este y habernos regalado con él estampas maravillosas e inéditas pero a la que al mismo tiempo hay que exigirle la capacidad de escuchar las críticas para aprender de los errores con vistas al futuro, para que realmente sea algún día posible esa Carrera Oficial en el entorno de la Catedral con la que muchos sueñan y de que hablaremos en otra ocasión.

En definitiva, en nuestra opinión, un gran éxito de público, un notable alto para las Hermandades, y un suficiente raspado para la Agrupación, más por la intención y el coraje de intentarlo que por el resultado del intento.

Trabajemos entre todos para mejorar, con Humildad y con Paciencia.


Guillermo Rodríguez












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