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sábado, 14 de septiembre de 2013

La Exaltación de la Santa Cruz

“O crux ave, spes unica. Hoc passionis tempore. Piis ad auge gratiam. Veniam dona reisque.”

“Salve Cruz, nuestra única esperanza. En esta época de sufrimiento concede la gracia y la misericordia a aquéllos que esperan el juicio.”

La condenación a muerte por el suplicio de la cruz era una muerte ignominiosa, reservada para los ladrones y asesinos. Según nos relata Cícero, los romanos tenían dos maneras de eliminar a los criminales: una noble, la decapitación, y otra vergonzosa, que era la muerte por la cruz. Por tanto, Cristo murió de la manera más cruel, la muerte en la cruz.

En el suplicio de la cruz, el condenado, al ser clavado en la cruz, llegaba al máximo dolor, ya que al tener sus manos pegadas en la cruz, cada clavo le daba una descarga en los nervios, que hacían con que el condenado gritase de dolor. En la cruz el condenado perdía mucha sangre y, en general, moría de asfixia, después de muchas horas de sufrimiento y, si continuaba vivo, sus piernas era quebradas y, en este caso, la muerte era instantánea por asfixia. De hecho, en la cruz, la respiración es lenta y más corta, porque el aire penetra los pulmones, pero no consigue fluir y al condenado le falta el aire, semejante a un asmático en plena crisis.

Pero estamos recordando estos hechos, para decir cómo fue cruel y dolorosa la muerte de Jesús en la Cruz. Sin embargo, según los Evangelios, Cristo resucitó y la cruz vacía comenzó a indicar para los cristianos una fuente de salvación y de resurrección.


Dice la historia que el día 27 de octubre del año 312 después de Cristo, dos ejércitos se enfrentaron en las puertas de Roma. El primero salió de los Muros Aurelianos para ubicarse a lo largo de las márgenes del Tiber, junto a Puente Milvio, comandado por Marco Aurélio Valério Massencio. El segundo, que descendió del Trier (en Alemania) rumbo a Roma, se ubicó a lo largo de la vía Flaminia, guiado por Flávio Valério Constantino. Los dos contendientes luchan por el título de Augusto de Occidente, uno de los cuatro cargos supremos, en Tetrarquía, el nuevo sistema de gobierno del Imperio, ideado por Diocleciano.

Cuando el sol comenzaba a salir, las tropas de Constantino ven repentinamente surgir en el cielo una gran señal luminosa, con una frase llameante: “In hoc signo vinces”, “Con este signo vencerás”.

Eusebio de Cesarea, el primer gran historiador de la Iglesia, recuerda el hecho con estas palabras: “Una señal extraordinaria apareció en el cielo. (…) Cuando el sol comenzaba a declinar, Constantino ve con sus propios ojos, en el cielo, más arriba del sol, el trofeo de una cruz de luz sobre la cual estaban trazadas las palabras IN HOC SIGNO VINCES. Fue tomado por un gran susto y junto a él, todo su ejército”.

De hecho, Constantino venció y dio total libertad a los cristianos, hasta entonces perseguidos por el Imperio Romano. Con este hecho histórico, la Cruz de Cristo, antes venerada con respeto, pasó a ser símbolo de victoria, pues del leño de la cruz partió la salvación del mundo. Desde ahí que en la exaltación de la Santa Cruz y en el Viernes Santo de Pasión, la Iglesia canta, al presentar la cruz para que los fieles presten adoración a Cristo crucificado y muerto: “He aquí el leño de la cruz, de la cual pendió la salvación del mundo.”

La cruz para el cristiano, no es símbolo de muerte, sino de vida. Ella es nuestra única esperanza. La cruz está siempre presente en la vida de la Iglesia y en la celebración de la Eucaristía, así como en el Bautismo y demás sacramentos. La señal de la cruz es un indicativo que la persona es cristiana y siempre la usamos al inicio de la Misa, con esta señal nosotros somos bendecidos y bendecimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por lo tanto, exaltar la cruz es exaltar la muerte de Cristo y proclamar que Él esta vivo y por su sacrificio en la Cruz nos obtuvo la salvación.

Bendita y alabada sea la cruz bendita del Señor, símbolo de vida y de resurrección.

+ Eurico dos Santos Veloso
Arzobispo Emérito de Juiz de Fora (MG) – Brasil

Historia de la celebración

La Exaltación de la Santa Cruz (en griego: Ὕψωσις τοῦ Τιμίου Σταυροῦ; en latín: Exaltatio Sanctæ Crucis), también conocida como Triunfo de la Santa Cruz, es una fiesta religiosa de la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa y otras denominaciones cristianas. En ella se conmemora la Cruz en la que fue crucificado Jesucristo. La fecha de está celebración es el 14 de septiembre.

La Iglesia Católica, muchos grupos protestantes y ortodoxos celebran la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz el 14 de septiembre, ya que ese día es el aniversario de la consagración de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén en 335. También se dice que ese día se conmemora la recuperación de la Cruz por Heraclio en el 628 de manos de los persas, que la tenían en su poder desde 614.

En la liturgia católica romana celebra este día como "fiesta del Señor", segunda categoría litúrgica entre las fiestas de los santos, celebrándose en todas las iglesias. Si cae en domingo, tiene preferencia ante la celebración dominical. El color litúrgico del día es el rojo. Tradicionalmente, en esta fiesta se exponen las reliquias de la santa Cruz, si existen en el templo u otras cruces.

Exaltación de la Santa Cruz, de Adam Elsheimer





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