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domingo, 24 de noviembre de 2013

El Tesoro oculto bajo San Julián

Las obras de la casa de hermandad de la Hiniesta sacaron a la luz restos abbadíes que llevaba mil años enterrados. Necesitan ayuda para que se puedan visitar.

Cuando la Hermandad de la Hiniesta, previa construcción de su nueva casa de hermandad, acometió la intervención arqueológica de carácter preventivo en el espacio que ocupaban sus antiguas dependencias, nunca se imaginó que saldría a la luz un auténtico tesoro que llevaba allí más de mil años enterrado. "Pensábamos que iban a aparecer restos del antiguo cementerio parroquial y nos llevamos una sorpresa", señala Francisco Ros, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y teniente de hermano mayor de la cofradía del Domingo de Ramos. Pero no, lo que halló el equipo de arqueólogos dirigido por Manuel Luque Pérez fue un espectacular zócalo, de 4,20 por 0,95 metros, decorado con pinturas al fresco del periodo abbadí (siglo XI), entre otras estructuras y objetos. 

La sorpresa fue mayúscula. Tanto que los arqueólogos pensaron que se encontraban ante el palacio perdido de Al Mutamid, ese que describe en sus poemas: "No existe en España una pintura tan bien conservada, de esta época y con esta entidad, por lo que creyeron que estaban ante los restos de aquellas construcciones, pero no había más que esto". Como explicó el profesor Ros en el boletín informativo de la corporación, los vestigios más antiguos que se han recuperado son materiales muebles de la época romana o tardoromana, en torno al siglo VI, sin que hayan aparecido testimonios arquitectónicos de esas fechas. Para encontrar las primeras estructuras hay que remontarse al periodo islámico. Destacan un aljibe o cisterna con sus paredes estucadas y pintadas a la almagra del periodo emiral (siglo XI), cuyas dimensiones son 1,52 por 3,08, y el zócalo con la pintura abbadí. 

"Es posible que este zócalo formara parte de un jardín rehundido, es decir, un espacio ajardinado en el que los parterres para la vegetación se encontraban por debajo del nivel del suelo, como el recientemente recuperado en el Patio de las Doncellas del Real Alcázar". Las pinturas son de excepcional calidad, en almagra y azul sobre blanco. El motivo decorativo se repite simétricamente a los dos lados de la pileta central, una lacería geométrica, un trilobulado y una estrella de ocho puntas, todo enmarcado con palmetas y formas vegetales estilizadas (ataurique). "La riqueza de este zócalo hace suponer su pertenencia a una edificación palatina o, al menos, a una vivienda de gran suntuosidad", resume Ros. 

Durante la época almohade (siglos XII al XIII) estas estructuras son destruidas y se vuelve a construir encima. Hay, por ejemplo, restos de tapial de la muralla almohade. Durante varios siglos se convierte en zona de huertas, se vuelve a levantar una construcción en el XVIII y, ya en el XIX, se levanta la casa de vecinos que la hermandad derribó en 1968 para hacer la casa de hermandad anterior. Tras el hallazgo de estas estructuras y pinturas, la hermandad tiene que hacer un enorme esfuerzo para musealizarlas, ya que al ser de un incalculable valor, han de ser visitables, como exige la administración. "Así lo tenemos que hacer. Somos conscientes de los restos que tenemos aquí y de su enorme valor. Pero necesitamos que nos ayuden por los costes de musealización que esto tiene, el mantenimiento... Tenemos sólo el apoyo moral de las instituciones pero necesitamos algo más", señala el hermano mayor, José Antonio Romero. 

La corporación está en contacto con Urbanismo y Patrimonio y trabaja ya con una empresa que está realizando el proyecto de musealización. "No queremos que se demore mucho, pero tampoco vamos con prisas. Hay que ver que sea económicamente asumible para la hermandad, cuya primera preocupación es la caridad y ayudar a los necesitados en este momento". 

El tesoro oculto que se encuentra bajo San Julián podrá ser visitable próximamente.


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