domingo, 15 de septiembre de 2013
Miles de personas llenan Córdoba para el Vía Crucis
La procesión magna, que se convirtió en un ensayo de la futura carrera oficial, deja una estampa inédita en el entorno de la Catedral La Agrupación cifra la asistencia en unas 150.000 personas.
Luz en la noche más cofrade de todas en Córdoba. Luz y también silencio en el Vía Crucis Magno, un cortejo organizado por la Agrupación de Cofradías y Hermandades con motivo de la celebración del Año de la Fe y que sirvió, además, de ensayo general para una posible nueva carrera oficial y un itinerario totalmente diferente al de la actual Semana Santa en Córdoba. Un ensayo que reunió a miles de personas tanto en la que será la nueva carrera oficial, como en los accesos a la misma. El acto -no el vía crucis en sí, sino la llegada de la Reina de los Mártires- comenzó con casi un cuarto de hora de retraso sobre la hora prevista, ya que no fue hasta pasados unos minutos de las 21:00 cuando la Reina de los Mártires llegó al punto de encuentro y donde el obispo, Demetrio Fernández, ofreció una oración por los mártires de Córdoba. "Aquellos que toleraron intensos tormentos hasta dar la vida por el amor a Cristo", recordó el prelado, quien después de la oración entregó un ramo de flores blancas a la titular de la hermandad de la Buena Muerte. La Reina de los Mártires fue el único paso que realizó el Vía Crucis Magno con banda de música, en concreto, con la agrupación Julián Cerdá del municipio gaditano de Sanlúcar de Barrameda, que interpretó a su llegada a la plaza del Triunfo la marcha Salve Regina Martyrum. La Reina de los Mártires fue, además, la que abrió el cortejo y que consiguió iluminar con su bella candelería este rincón del entorno de la Catedral, llamado a ser el epicentro de la Semana Santa de Córdoba en un futuro no tan lejano.
Tras su paso, La espera de la llegada de la Oración en el huerto se hizo más que larga. No en vano, no fue hasta las 21:50 cuando se inició el rezo del Vía Crucis. Tan larga se hizo la espera, que el delegado de cofradías, Pedro Soldado, tuvo que tomar la palabra, pedir paciencia a los asistentes -muchos estaban en su sitio desde antes de las 20:00- y reconocer lo que ya era un clamor entre el público que aguantaba estoico. "La comitiva no se ha podido agrupar hasta ahora", informó. Y es que, la aglomeración de público en el entorno de la Cruz del Rastro provocó cierto colapso y algún que otro problema en el cortejo final. Es más, según reconocieron fuentes de la propia Agrupación de Cofradías, el elevado número de personas concentradas en aquella zona había provocado el desvío de la cofradía de Ánimas, lo que al mismo tiempo provocó el retraso en el inicio del vía crucis. La organización de este evento -que la propia organización que preside Francisco Gómez Sanmiguel tildó en su día de "histórico"- dejó algo más que desear, sobre todo, al principio del mismo. En primer lugar, por la distribución de la sillas, que generó algún problema que otro entre aquellos que habían comprado una silla y cuando llegaron estaba ya ocupada, entre otros motivos, por el cambio de los colores de cada espacio. En segundo lugar, por el sitio reservado a la prensa, justo en el Triunfo de San Rafael, que tampoco estuvo vigilado, lo que provocó que decenas de personas se colaran y dificultaran el trabajo a los medios de comunicación. Y en tercer lugar, por el retraso en el inicio del rezo del Vía Crucis. Eso sí, una vez superados todos estos incovenientes -sobrevenidos por la propia magnitud del evento-, el Vía Crucis se desarrolló con normalidad.
Apoteosis cofrade en Córdoba
Miles de personas desbordan el casco histórico en una jornada memorable para el sentimiento semanasantero. El Vía Crucis Magno se retrasó 50 minutos al no poder colocarse los pasos.
Estaba escrito. Córdoba estaba llamada a ser en la jornada de ayer el mayor epicentro cofrade y respondió a las expectativas. El Vía Crucis Magno forma ya parte de la historia memorable del sentimiento cofrade cordobés, pero también se convirtió en uno de los acontecimientos turísticos más importantes que se han organizado en la ciudad en mucho tiempo. Estaba escrito y Córdoba dio lo mejor de sí, aunque el desbordamiento de miles de personas colapsaron el casco histórico en un lugar llamado a ser la futura carrera oficial. El número de personas cumplió las expectativas, aunque también dejó al descubierto carencias que provocaron el retraso en el comienzo del Vía Crucis por las dificultades que tuvieron los costaleros en situar los pasos en Ronda de Isasa. Llegó un momento en el que era imposible moverse en la Cruz del Rastro, lo que dificultó enormemente el acceso de la procesión.
Grandes Momentos
El Año de la Fe fue la culminación del sentimiento cristiano para miles de cofrades, la concentración mayúscula de la devoción en el entorno de la Mezquita-Catedral, pero también la ramificación fervorosa desde los templos de los que surgió la fe convertida en materia artística. Solventadas las dificultades de acceso, a las 21.02 se inició la adoración a los mártires y pocos minutos después la Reina de los Mártires cruzaba bajo la Puerta del Puente camino de la Catedral. Los minutos pasaban hasta que, a las 21.45 horas, el delegado diocesano para Hermandades y Cofradías, Pedro Soldado, anunciaba que el retraso acumulado se debía a los problemas para que se reagruparan los pasos. Dicho esto, comenzaba el momento culminante. Dos minutos después, Jesús de la Oración en el Huerto cruzaba el arco del Triunfo. El obispo Demetrio Fernández inició el rezo en uno de los enclaves turísticos más importantes de España. Se inició la primera estación. "Salió Jesús, como de costumbre, al monte de los olivos; y lo siguieron los discípulos (...)". Miles de cofrades desbordaron sus sentimientos, se sintieron protagonistas del primer vía crucis, el que llevó a Cristo a la cruz hace más de dos mil años en Jerusalén. Se hacía forma el proyecto que aprobó en mayo la asamblea general de la Agrupación de Cofradías presidida por Francisco Gómez Sanmiguel. Solidificaba el arduo trabajo que hizo del verano una verdadera Cuaresma preparatoria para 18 hermandades elegidas para la historia.
Grandeza que desborda
La solemnidad y el incontable público quedarán en el recuerdo de una jornada empañada por el retraso que causó una fuerte aglomeración de público.
Demasiada belleza, demasiado recogimiento, demasiada estampa incomparable de pasos caminando en casi silencio y sin aplausos, demasiado camino en el paso para cofradías más hermoso de este mundo, demasiado pueblo en las calles, demasiada expectación, demasiada admiración, demasiada fe, que se palpó y se respiró en lo callado. Hubo tan demasiado de todo en el Via Crucis Magno de Córdoba, que no cabía.
Salió tan bien lo que salió bien, el público, el tono del acto, el esfuerzo de las cofradías por estar impecables de principio a fin, que toda esa sobredosis de grandeza desbordó la hermosa vasija que la contenía y acabó por tener consecuencias que nadie deseaba.
¿Éxito monumental o fracaso que no hay que repetir? ¿Día para la historia o para que se olviden las cofradías repetirlo? Hubo de todo un poco, aunque la memoria siempre selectiva con la mitad que no agrada, más endulzada siempre por el sentimiento, dirá que sí fue un día grande de las cofradías, que llenaron una ciudad atestada como nunca jamás se había visto, decían muchos, y que a pesar del retraso del comienzo dejaron estampas y caminos que habrá que recorrer otra vez. Y otros que no habrá que volver a pisar para no repetir en el futuro lo que parecen errores.
Hablaban de 150.000 personas, pero la Policía Local tiró la toalla: «incalculable», «un volumen de gente como nunca se había visto en Córdoba». Quizá más. Eran quienes abarrotaban la plaza de San Ignacio de Loyola a las cinco de la tarde. Los que llenaron el centro y consiguieron que la calle de la Feria estuviese, ya que no llena de azahar, sí al menos de todos los que lo anhelaban una tarde de septiembre.
Un museo de devoción
El Obispo destacó «que la fe mueve montañas como hoy a la ciudad» en un momento en que la Catedral era un gran expositor de bellas imágenes.
El momento cumbre del Via Crucis Magno de la Fe se vivió en la Santa Iglesia Catedral. Apenas unas horas antes de que las primeras imágenes llegasen, el templo vivía una tierna tranquilidad. Un silencio bello y desgarrador que pocas veces le acompaña en su caminar histórico.
La Reina de los Mártires abrió la puerta de entrada a una tarde noche inolvidable para los mieles fieles, a la vez que afortunados, que tuvieron la suerte de vivir un día grandioso desde dentro, en la Catedral. La primera entrada sirvió para darle los primeros trazos de luz a una jornada llena de hermosura, devoción y entrega.
El éxito de la celebración desbordó las calles de público. La riada humana también se dejó notar desde el Patio de los Naranjos hasta las entrañas del templo mayor. Allí, el retraso acumulado por los pasos durante su tramo común también se dejó sentir en el proceso de llegada de las imágenes y sus portadores.
Tras la llegada de la Reina de los Mártires, la Santa Iglesia Catedral fue una riada de pasos procesionales abriéndose camino por los históricos arcos bicolores. Y eso que hubo que esperar un pequeño parón hasta la llegada de la Oración en el Huerto, segundo paso, debido al retraso que registró la procesión por la acumulación de público en la Cruz del Rastro.
Pero todo se da por bueno. Sobre todo, porque la historia de la ciudad, desde anoche, tiene una nueva e importantísima página escrita con retazos de fe. La Catedral se convirtió en un museo de devoción. Tantas y tan bellas imágenes unidas. Será difícil repetir algo igual. Fue insólito. Inigualable. Posiblemente, inmejorable, con estampas únicas y grandiosas.
La nave principal fue una riada de pasos para representar la Pasión de Cristo. Un desfile fantástico. Una parada inmejorable. Incluso la Capilla de Villaviciosa recogió con más cercanía la unidad de 18 pasos que ayer se unieron para ser sólo uno: la alegría de celebrar un día inolvidable.
Córdoba no cabía en Córdoba
El Casco y el Centro comercial vivieron desde temprano una jornada inédita con la afluencia a las iglesias y el tráfago de personas vespertino por doquier.
La calle es mía. Córdoba se lo propuso ayer y lo cumplió: no hubo un metro cuadrado del casco histórico ni del centro comercial que quedara libre de una jornada que comenzó mucho antes de que los pasos pisaran el asfalto en la sobremesa. Era evidente desde mediodía: de Colón a San Miguel, de Blanco Belmonte a Reyes Católicos, de República Argentina a la plaza del Potro. Porque costaba encontrar un velador libre para tomar un café con leche —relaxing o no—. Porque las iglesias estuvieron de bote en bote hasta la hora de comer con los fieles entrando y saliendo para ver de cerca a las imágenes preparadas para la procesión. Porque el tiempo acompañó: no llovió ni hubo amenaza de ello en ningún momento; algún nubarrón, sí, a primera hora, pero nada, poca cosa, que el sol enseguida puso las cosas en su sitio.
Córdoba no cabía en Córdoba. La pregunta que se hacía cualquiera era que de dónde había salido tanta gente, si esto no pasa de ser una ciudad chiquita. El miedo era que la muchedumbre se fuera de las manos, que hubiera algún problema y los servicios de emergencia no pudieran llegar a tiempo. No pasó nada por fortuna. Todo se quedó en una instantánea inédita: ríos de personas subiendo por Jesús y María hacia las Tendillas, Cruz Conde sin un banco libre, las tabernas sin un sitio en el que sentarse, los veladores sin una sombra en la que protegerse. «Nunca he visto tanta gente en Córdoba al mismo tiempo», decía un policía local a última hora de la noche, cuando la muchedumbre perdía cuerpo tras un día histórico.
Fe, auténtica y sencilla, al paso de las imágenes
Las cofradías muestran su tesoro más preciado en un ambiente de devoción desde la salida de los primeros pasos de sus templos.
Fe. auténtica fe. Sencilla y popular, del pueblo y para el pueblo. Eso es lo que se vivió ayer alrededor del Vía Crucis Magno de la Fe. Una espectacular catequesis plástica donde las cofradías mostraron su tesoro más preciado, la Fe, con imágenes unas de siglos otras años pero todas cargadas de plegarias y de promesas cumplida. En resumen auténticos relicarios de un don tan preciado como la fe.
Una devoción que estuvo palpable desde primeras horas de la tarde cuando cientos de personas acompañaron a las cofradías más tempranas, Merced y Estrella. Una vez más, sus barrios estuvieron con ellas. Poco a poco, la ciudad se iba poblando de pasos y para las siete de la tarde el público no sabía dónde acudir con más de la mitad de las cofradías en la calle.
Con mucho calor y cada vez más gente, Nuestra Señora Reina de los Mártires llegaba a la Puerta del Puente a los sones de la marcha Mater Mea , sencillamente impresionante. La dolorosa de la hermandad de la Buena Muerte sorprendió con un exquisito adorno floral de rosas blancas y sobre todo por la disposición de la cera, donde se pudo ver casi veinticinco años después la cera rizá. La Virgen caminó hasta el obispo de la diócesis y el presidente de la Agrupación de Cofradía, quienes ofrendaron a la imagen con un tributo de cera y flor en honor de los mártires cordobeses.
Córdoba se rinde al mundo cofrade
A los pies de las cofradías. Así es cómo se despertó ayer la ciudad y también cómo se acostó. Córdoba se rindió al sentimiento cofrade más que nunca, con el recuerdo ya lejano de una Semana Santa a medio gas. La celebración del Vía Crucis Magno, una procesión que a pocos dejó indiferentes, situó en el mapa a Córdoba y puso de relieve la importancia que tiene el mundo de las cofradías en el día a día de la capital. Desde primera hora de la mañana el sentimiento, los olores -como el del aromático incienso-, los movimientos, la luz, las calles, el paseo de los transeúntes, el de los turistas ... casi todo en Córdoba cobró la vida y el sentir de los días de la Semana Santa. Ese bullicio propio de los días grandes de la Semana de Pasión en los que resulta imposible moverse con soltura por las calles del Centro y en los que se respira un ambiente festivo y también de oración y respeto.
Desde la apertura de los templos para ver a los titulares de las hermandades -algunos como el de la Trinidad tuvieron que prolongar el horario de apertura debido al elevado número de visitas que recibió-, a los que se acercaron cientos y cientos de personas que no quisieron perderse esta cita ya histórica, hasta los bares y restaurantes -que añadieron a sus cartas platos con nombres tan curiosos de Semana Santa como arenífero de atún o albóndigas sobre palio de patatas, entre otros- y puestos ambulantes. Todos ellos se contagiaron del espíritu cofrade y convirtieron un 14 de septiembre cualquiera en una cita ya marcada en los próximos años en el calendario cofrade de la ciudad.
Fue apenas una hora antes del mediodía cuando el ambiente cofrade comenzó poco a poco a invadir las calles de la zona cercana a la Catedral con la celebración del pasacalles Sones de fe, una actividad que contó la participación de siete bandas de cornetas y tambores de la provincia y que concitó a cientos y cientos de personas, que no dejaron de admirar la imagen y el sonido que dejaban cada una de ellas a su paso a pesar del calor que se registró a lo largo de la jornada. Entre todas ellas, el propio presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías, Francisco Gómez Sanmiguel, quien no dudó en acercarse a media mañana a la zona de la Puerta del Puente, punto en el que finalizaron el recorrido todas las bandas. "Hoy -por ayer- la Semana Santa de Córdoba se expone a todo el mundo y el Vía Crucis Magno puede significar algo importante", comentó Gómez Sanmiguel, quien se confesó tranquilo a pesar de la magnitud del evento y las miles de personas que se dieron cita en este punto. Por cierto, que tras este pasacalles tuvo lugar la recepción oficial que la Agrupación de Cofradías ofreció a las autoridades asistentes, entre ellos, los presidentes y representantes de las agrupaciones de hermandades de ciudades como Sevilla, Málaga, Granada, Huelva y Cáceres, entre otros, según detalló Gómez Sanmiguel. El acto tuvo lugar en las instalaciones del centro de recepeción de visitantes.
La afluencia de público colapsa la Cruz del Rastro y retrasa el Vía Crucis
Primero fue un goteo, después una riada y finalmente una marea humana tomó ayer la calle San Fernando para ver llega a las 18 hermandades participantes en el Vía Crucis Magno hasta la Cruz del Rastro. Dado que la mayoría de las cofradías debían bajar hacia la Ribera a través de la conocida calle de la Feria, lo que inicialmente eran numerosos grupos de turistas o cordobeses viendo llegar a los primeros pasos se convirtió en un enorme tapón formado por miles de personas que impedían a las hermandades avanzar en su recorrido y que, por momentos, pudieron provocar algún problema mayor.
El colapso, que se veía venir durante todo el día, se fue incrementando a medida que se acercaba la hora de inicio del Vía Crucis Magno y acudían más pasos a la zona de encuentro. A las miles de personas congregadas en la calle de la Feria y alrededores se unía cada vez que entraba una hermandad a la calle San Fernando una multitud de fieles que acompañaban a sus titulares en su profesión de fe. Junto a ello, el hecho de que los cortejos fuesen más numerosos de lo aconsejable, así como el acompañamiento de las bandas de música, llegó por momentos a producir una verdadera sensación de claustrofobia a no pocas personas allí presentes. El exceso de público provocó también que el calor se hiciera presente y los abanicos ganasen terreno. Calor no sólo en el ambiente, también se caldearon los ánimos, lo que provocó que se vivieran varios conatos de enfrentamiento dada la tensíon y el agobio que la masificación provocaba entre los allí concentrados.
Pasadas las 21:00 la Agrupación de Hermandades decidió modificar el itinerario del Remedio de Ánimas para tratar de conseguir algo de aire. De hecho, el inicio del Vía Crucis ya se había tenido que retrasar y el vicario de Cofradías, Pedro Soldado, pidió por los altavoces "tranquilidad y paciencia" al público asistente.
Tampoco estuvo exenta de tensión la llegada a la zona de la carrera oficial, ya que hubo varias denuncias de entradas duplicadas y se produjo algún que otro forcejeo que obligó a actuar a la Policía Nacional para poner paz.
Tarde de luz última
La aproximación de los pasos a la Catedral aconteció sin prisas en los primeros momentos y con tensión conforme llegaban a la Cruz del Rastro.
Al principio fue la extrañeza, esa sensación tan desconcertante de encontrarse uno en el lugar equivocado y en el momento equivocado. No era Jueves Santo pero por la Cuesta de San Cayetano bajaba el Caído entre quienes lo sienten desde siempre como su vecino, como la reparación a sus pesares, como el confidente que nunca falla, que siempre está ahí como un confesor de confianza para que uno entre sin que nadie lo vea y sin que nadie lo sepa a la iglesia en penumbra. Pronto ganó las Ollerías y se adentró en Santa Marina por el Colodro. Como si fuera un Jueves Santo reciente pero con una luz distinta, confusa. Una luz imprecisa, sin nombre, no de la primera primavera sino del verano postrero, del otoño que está al llegar. Una luz declinante. Última. Una luz que parecía que quería lucir como un Jueves Santo espléndido de toreros que se mezclan en la cola del paso con las mantillas y con los aguadores, de toreros vestidos de luto que saludan al respetable en el tendido de las aceras pero que al cabo sólo sería una luz testimonial, una luz penitente, inusual, extraña, desasogante.
Eran entonces poco más de las seis de la tarde y la función no había hecho más que empezar. Quedaban horas para su desenlace, para las bullas, para las urgencias de las fotografías tomadas con los móviles, para el papel albal de los bocadillos, para las barras de los bares atestadas en las que cada cual hacía su balance de la jornada. La gente lo sabía y por eso iba sin prisa: el cortejo llegaba al cruce de Alarcón López a su paso. Con tiempo. En la parroquia de Santa Marina había ya quien tomaba posiciones para la salida próxima del Resucitado, que acontecería poco después. El Rescatado andaba por la Magdalena, por sus alrededores. Y obró el prodigio. El misterio de la ciudad redescubierta. La que le espera a quien camina creyendo que la conoce pero que acaba perdido en las calles que piensa que se sabe de memoria. Falso. Andar es equivocarse de ruta. Y encontrar la correcta después de dirigirse a ninguna parte. Por fin la plaza de la Magdalena. Atestada. Desdibujada. Fuera de sí. Las cornetas de fondo. La banda de la Salud interpreta pronto, ya a la altura de la Facultad de Derecho, «Redemptoris Mater». Cambio de turno de los costaleros. Camisetas negras y blancas que conmemoran la cita histórica salen y entran de los bajos del paso. Besos a las parejas que esperan en las aceras con una botella de agua, con un bocadillo. Humo de tabaco. Olor a la colonia de las ocasiones especiales. Pamelas con plumas. Zapatos de plataformas. Tacones muy altos. Escotes. Rímel. Llamadas desde el móvil. Mensajes vía whatsapp. «En Santa Marina ahora no hay quien quepa. Vengo de Muñices de ver Jesús de las Penas. ¿Es que no hay manera de que los cordobeses vean una procesión sin comer pipas y sin tirar, además, las cáscaras al suelo?».
Demetrio Fernández: "La fe de un pueblo es más fuerte que ninguna ideología"
NACIO EN EL PUENTE DEL ARZOBISPO (TOLEDO)
EDAD 63 AÑOS
TRAYECTORIA ORDENADO SACERDOTE EN DICIEMBRE DE 1974, TOMÓ POSESIÓN DE LA DIÓCESIS DE CÓRDOBA EN MARZO DEL 2010. ANTES HABÍA OCUPADO EL OBISPADO DE TARAZONA
--¿Qué pensó cuando le comunicaron este ambicioso proyecto por parte de la Agrupación de Cofradías?
--Reaccioné de manera positiva e inmediata. La fe hay que mostrarla en público, y nunca es más bonita la ciudad de Córdoba que cuando pasan por sus calles estas grandiosas procesiones.
--¿Qué supone para la Diócesis de Córdoba la celebración del Vía Crucis Magno?
--Es un acontecimiento extraordinario para un año extraordinario, el Año de la Fe. El pueblo andaluz lo expresa de esta manera, y es una expresión que resulta bella y atrayente para cualquier latitud del orbe. La confluencia de todos en la Catedral expresa que este es el templo principal de la diócesis, desde donde el obispo enseña y preside la comunidad cristiana de Córdoba.
--¿Qué enseñanza debe quedar entre los cordobeses y entre los cofrades?
--Que junto a nosotros y delante de nosotros camina siempre Jesucristo y su Madre bendita, la Santísima Virgen. No estamos solos en el camino de la vida. Ellos nos acompañan para hacernos felices con la felicidad de Dios. Y para enseñarnos que toda persona es nuestro hermano.
--¿Por qué seguir el Viacrucis de Juan Pablo II y no el tradicional?
--El Viacrucis que redactó Juan Pablo II en esa ocasión ha sido elegido porque se adapta mejor a los pasos que tenemos en Córdoba. Pero el Viacrucis siempre es el mismo: acompañar a Jesús que camina hacia la muerte, derrotando la muerte con la resurrección.
--El Vía Crucis se organiza con motivo del Año de la Fe. ¿Cree que se podría celebrar este gran evento en otras ocasiones en Córdoba o en algún municipio de la provincia?
--Estas procesiones son habituales en Semana Santa, y atraen a muchos hasta Córdoba. Este es un acontecimiento extraordinario, que supone mucho esfuerzo y no puede tenerse todos los años. Pero soy partidario de estas grandes expresiones de fe, que alimentan la fe de un pueblo profundamente creyente.
--¿Qué destacaría de este gran acontecimiento religioso?
--Me llama gratamente la atención el gran interés con que lo ha tomado el mundo cofrade de Córdoba. Acontecimientos como éste tocan la fibra más profunda de tantas personas adultas y jóvenes, y hacen un bien inmenso. Estoy seguro de que tocará incluso el corazón de muchos no creyentes, y Dios entrará en su alma por alguna rendija.
Una multitud acompaña el Vía Crucis bajo un fuerte calor
Un total de 18 pasos de Semana Santa de distintas cofradías y hermandades de Córdoba han desfilado hoy en el primer Vía Crucis Magno de la Fe que se celebra en la capital, y lo han hecho en el entorno excepcional de la Mezquita Catedral, poblado hoy por miles de personas llegadas de toda España.
Una vez superada la amenaza de lluvia, ha sido el bochorno el que se ha instalado en la capital en este día señalado, festividad de la Santa Cruz, para acoger un acto que nunca antes se había llevado a cabo en Córdoba y que ha organizado la Agrupación de Hermandades y Cofradías de la capital cordobesa.