Mañana…¡es viernes! Ya, los rocieros empezaremos a sentir los nervios propios de la responsabilidad. Empezarán...dos días de locura. Dos días donde en el cielo de nuestra ciudad estallarán cohetes rocieros de alegría. Dos días, donde nuestra ciudad se engalanará vestida de flores y romero para acompañar a la Virgen.
Toda la Hermandad, y doy fe de ello, porque he pasado allí más tiempo que en mi propia casa, está revolucionada. Y no es para menos, ardua labor la que nos hemos echado encima los rocieros de la provincia. Pero, ¿trabajamos y estamos concienciados del fin de este acto? Deseo y espero que sí, y no hayamos caído en la pérdida del sentido religioso, que al fin y al cabo, es para lo que se propuso.
Vamos a olvidarnos de carretas, de flores, de altares, de trajes de flamenca, de caballos, de piteros, de cantes y demás cosas superficiales, aunque tengamos que agradecerle mucho a todos los hermanos y hermandades de Córdoba por la acogida de nuestras ideas. Quiero y deseo que nos quedemos con lo verdaderamente importante, al menos para mí, Ella. Ella que es nuestra fe y nuestra unión.