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miércoles, 15 de enero de 2014

El Cristo de la Sed; el cómo y el por qué de esta imagen por Miguel Ángel González Jurado

Cuando se me encarga la propuesta de ejecución de la obra de un crucificado, el cliente muestra interés porque yo lea unos textos titulados "Tengo Sed".

Esta escultura de Cristo crucificado está basada en el contenido de esos escritos. En ellos se habla sobre una experiencia mística que experimentó la madre Teresa de Calcuta en la que dialoga con Dios, y éste le hace saber la necesidad que siente por el amor del alma de los hombres.


“No importa que es lo que hayas hecho, te amo por ti mismo. Ven a mí con tu miseria y tus pecados, con tus problemas y necesidades y con todo tu deseo de ser amado. Estoy a las puertas de tu corazón y llamo… Ábreme porque tengo sed de ti…”


Ante el reto de trasladar una idea como esta al terreno de lo concreto, la lectura me sugiere la idea de comunicación. El crucificado extiende su mano para pedir a la madre Teresa que le ayude a conseguir el amor de sus almas: “En tu amor por mi ellos me verán , me conocerán, me querrán”...

Y al mismo tiempo extiende su brazo para ofrecer como Cristo eucarístico su amor a los hombres.



Quise aproximar en el gesto la imagen a la Madre Teresa que lo contempla a sus pies. Por este motivo lo represento abatido de piernas y retorcido de tronco. Con estos recursos pretendo crear una sensación de cercanía con el interlocutor, intento mostrarlo abatido pero poderoso y bello en su debilidad de hombre.

Realizando esta imagen tuve muy presente la escuela de imaginería de Granada, más aún que la Sevillana. Pensé que para esta obra esta debía ser mi influencia. A los grandes Crucificados sevillanos, por su magistral ejecución artística y desbordante virtuosismo técnico, los he contemplado a veces más como esculturas griegas que religiosas. Por el contrario, me ha parecido que los Cristos granadinos buscan más la esencialidad, siempre despojados de elementos que distraigan del concepto de la obra. Por este motivo realizo esta policromía en tonos fríos y azules, que considero más espiritual y refinada que los maravillosos tonos tostados que en tantas ocasiones he utilizado.

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Ya que considero que en imaginería seguimos los cánones y prototipos del barroco del XVIII y XVIII, quería dejar constancia de la época en la que se realiza el Cristo a través de algunos elementos de la obra. Así gran parte del sudario está construido sobre estructura tallada y modelada en madera y fibras muy resistentes. El tratamiento estético del pelo es el que se suele aplicar al bronce conseguido a base de texturas realizadas mediante papel ,colas etc.

La cruz, por su importancia la he concebido como una escultura por sí sola. Realizada en hierro oxidado, no quise usar acero corten por parecerme menos apropiado para esta obra, pues le hubiera dado un aspecto más comercial.



Siempre he sentido un gran interés y atracción por la chapa oxidada. Pocos materiales se muestran tan pobres y humildes y encierran al mismo tiempo tanta potencialidad artística. El barro también pertenece a este grupo de materiales auténticos. Por todas estas características lo utilicé.

Quería conseguir una cruz con cierto aire contemporáneo pero al mismo tiempo capaz de adaptarse al contexto y estilo que marca el Cristo. Es decir que pudiera ser capaz de ofrecerse como una escultura primitiva.

Esta obra es el resultado de una reflexión sincera, expuesta desde la ilusión de una idea en la que confío plenamente.

Miguel Ángel González Jurado
Escultor







Fotografías: Manuel Gómez








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