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martes, 21 de enero de 2014

Neocoronaciones

Hay un run run coronatorio. Se percibe, se escucha, llega. Y no es Bellavista. Un run run que en todo caso no se pare en nada a las músicas que se escuchaban en los tiempos de antes. Desde la coronación canónica de la Virgen de Regla de los Panaderos en 2010 no hemos tenido en Sevilla ninguna ceremonia de este tipo protagonizada por una dolorosa de la Semana Santa de Sevilla.

Aquellos tiempos en los que se colocaban las coronas a pares pasaron a la historia. No se si recuerdan, con el Cardenal Amigo, se hacía llegar las intenciones a Palacio, se ponía sobre la mesa un proyecto social o formativo, se movían los hilos y se esperaba a que el Arzobispado dijera: “envíame la carta pidiendo la coronación”. Si la iniciativa partía de la hermandad sin que el Cardenal la supiera, mal: ahí están los casos de la Trinidad o el del Valle, una Imagen que tuvo que esperar doce  años para coronarse.

Ahora la cosa es distinta. El Arzobispo Asenjo, tras la mala y triste experiencia con el caso de la Inmaculada de Castilleja de la Cuesta procede de manera distinta. Primero, antes incluso de que se inicien los trámites de solicitar cualquier cosa, la hermandad aspirante debe tener en marcha las obras sociales y formativos con los que pretenda avalar la petición; es decir, no valen proyectos sino realidades.


También parece claro que la corporación solicitante debe avalarse con factores tan valorados por Asenjo como son la cohesión interna y la eclesialidad, es decir, la ausencia de conflictos.  No estamos en un periodo en el que las coronaciones canónicas vayan a repetir la exageración de antaño. Ha cambiado el concepto cuantitativo y por lo que se ve, también el cualitativo. Parece que estamos de acuerdo en que hacía falta ¿O no?.


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