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lunes, 3 de febrero de 2014

Incapacidad

En dos meses se puede firmar una paz, terminar una guerra, salvar una economía, recuperar a un enfermo, aprobar una constitución y también ir a la luna y volver un par de veces. Pero por lo que se ve, en dos meses, que es más o menos lo que queda para la Semana Santa, el Consejo y las cofradías son incapaces de ordenar mejor la situación de días que se encuentran objetivamente congestionados y que quedan convertidos en una carrera contrarreloj.

Ni el Lunes Santo, ni el Martes, ni la situación de los Panaderos en el Miércoles, ni la Madrugada encontrarán solución un año más por la incapacidad de los mecanismos del consejo o por la falta de autoridad del organismo para hacer una de las tareas que tiene encomendadas como es la «organización» de la Semana Santa. Parece que cambiar una calle o el orden de paso debe ser sometido a sesudos estudios de organismos internacionales y contar con informes de algún que otro premio Nobel.


Y es una pena. La Semana Santa que hemos heredado es más inmovilista que la de hace 20 o 50 años. Esto puede tener una explicación en la creciente mutación del vínculo cofradiero que está transformando a pasos agigantados la devoción de las personas por una simple afición. Para un miembro de junta aficionado –cada vez los hay más– cambiarse de una calle a otra o pasar de un puesto a otro de la nómina se convierte en una tragedia porque le importa más su itinerario o la hora a la que entra en la Campana que la armonía general de la Semana Santa. Esta visión miope, la falta de «actoritas» de muchos hermanos mayores y la ausencia de determinación del Consejo es lo que provoca la situación. En 2014 el Museo sufrirá el retraso de siempre, no habrá cambios en el Martes Santo, Los Panaderos seguirá en su ratonera y la Madrugada en la suya. Y eso que dicen que somos la madre y maestra de todas las semanas santas... 







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