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miércoles, 19 de febrero de 2014

La Voz de la Inexperiencia: Juventud, divino tesoro


Escribo por una vez con conocimiento de causa, intentando alternar datos objetivos con esa opinión propia que impregna y atrapa mis escritos. Mi sello propio que dicen algunos, mi particular manera de vivir la vida que digo yo, el orgullo de mis padres. 

Después de haber asistido a varias representaciones, cultos y convivencias de otras hermandades, me quedo con el regusto de ver una Iglesia joven. El futuro cofrade está asegurado, confiad en la magia que entrañan los que aún sueñan y nosotros podremos confiar en la experiencia que suponen vuestros años. 

A todo aquel que sienta que un Grupo Joven no tiene cabida en una hermandad, siento decirle que se equivoca, cuando las generaciones pasen, y los que hoy somos jóvenes, no tengamos formación alguna, verán ustedes desde su retiro como la hermandad se va a pique por unos inexpertos que no tuvieron la oportunidad de crecer en la vida de una cofradía.

Este año que se acaban varios mandatos y que las nuevas candidaturas presentan sus proyectos, les aconsejaría a todos ellos una mención especial a los jóvenes. Esos que se levantan a las 6 de la mañana para estudiar un domingo y poder asistir a la misa de su hermandad esa misma mañana, quizá no sepamos cómo llevar las cuentas de una cofradía, los estrenos o la elección de un cuerpo de capataces, pero todo ello se puede aprender, la fe, la constancia y el interés por unos titulares es algo innato, se puede desarrollar, pero no crear. 


Los conocimientos escritos en los libros, con mayor o menor dificultad, pueden adquirirse a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, la sabiduría personal, la grandeza sentimental y las creencias no se pueden adoctrinar, no existen aún unas pautas que rijan o posibiliten la adquisición de las mismas. 

Destaco pues que a esta sociedad, la cual parece tener todo informatizado, controlado, bajo su dominio, hay cosas que se le escapan, lo que no es tangible, lo que es casi imposible de explicar, suele ser lo más importante. 

Sigamos cultivando la fe desde pequeños, que el bautismo, el catecismo, la comunión y la confirmación sigan teniendo relevancia en nuestros días. No renuncien a la juventud inexperta, porque hace más quien quiere que quien puede. 

Después de esto, quisiera hacer mención a varias cosas:

En primer lugar, felicitar a los jóvenes trinitarios que acompañaron a San Juan Bautista de la Concepción el pasado sábado. Con sus pañuelos azules y sus cabezas levantadas se sentían parte de todo aquello, ¡y con qué razón! Eran una parte imprescindible.

En segundo lugar, gracias a mi grupo joven, con el que pude disfrutar de una reunión el domingo, encuentro que comenzó con estas palabras “antes del grupo joven de la hermandad, somos un grupo de amigos”, lo que sucedió a estas palabras solamente fueron puestas en práctica de ellas.  

Y es así, que cuando recapitulo cada semana para poder escribir unas cuantas líneas, siempre tengo una idea de la que parto, hoy que escribo este artículo hablando de los jóvenes, no sé cómo transmitíos la importancia de los mismos. Os invito a abrir el cajón de vuestros recuerdos y a entender el por qué de estas líneas. Los mayores también fuisteis pequeños, los pequeños también seremos mayores. 

Para que exista siempre una unión entre sabiduría y aprendizaje. La juventud de una hermandad, la juventud de un barrio cofrade, la juventud de una ciudad, la juventud a la que apela el Papa. No estaremos tan desencaminados si la gran mayoría apoya a esta juventud. 

María Giraldo Cecilia





















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