Si saliéramos a la calle y preguntáramos: ¿quién quiere un mundo mejor?, creo que serían pocos, por no decir ninguno, los que dijeran que no quieren un mundo mejor. Todos queremos un mundo mejor. Un mundo donde la libertad, la justicia, la igualdad, la paz y el amor fueran lo normal, lo cotidiano. Claro que para que esto ocurriera, antes habríamos de desterrar la desigualdad entre los hombres y los pueblos, y habríamos de hacer del mundo una gran mesa donde cada hombre o mujer por el hecho de serlo pudiera sentarse en ella y compartir lo que es suyo.
Un mundo nuevo no debe, no puede, ser una utopía que nos gustaría ver realizada pero que sabemos que no es posible. Un mundo nuevo es posible. La primera condición es creer que es posible, y después ponernos a construirlo. Si esperamos a que se cumplan todas la condiciones necesarias para construir el mundo nuevo nunca lo haremos; con lo que tenemos, con nuestra pobreza, con medios pobres pero con un corazón rico, hemos de comenzar este proyecto. Un proyecto común para un mundo nuevo.
Este es el lema que nos propone este año Manos Unidas, Campaña contra el hambre. Y creo que es mucho más que un lema, es un programa que nos invita a salir de la comodidad y la modorra que nos atenaza y poner la mano en el arado para construir el mundo nuevo. No vale mirar para otra parte o pensar que hay gente más capacitada o con más tiempo para hacerlo; cada uno tenemos nuestro lugar en la construcción de un mundo nuevo. Eso sí, necesitamos hacerlo juntos, con un proyecto común, no sirven los que van por libre, porque destruyen más que construyen.
Parece mentira pero es así, el hambre sigue siendo un problema mundial; en todo el mundo muchos hombres y mujeres, familias y pueblos enteros pasan hambre. Por eso, la solución tiene que ser también mundial, es necesaria una alianza mundial por el desarrollo, es decir, hemos de propiciar unas relaciones fraternas entre los pueblos; los otros no son adversarios sino que son hermanos, y hemos de compartir con ellos como hermanos. La doctrina social de la Iglesia da fundamento a este proyecto de fraternidad universal para el desarrollo: “el desarrollo de los pueblos depende, sobre todo, de que se reconozcan como parte de una sola familia, que colabora con verdadera comunión y está integrada por seres que no viven simplemente uno junto al otro” (Enc. Caritas in Veritate, 53). Pero este proyecto no puede quedarse en meras palabras, ni convertirse en una cuestión ideológica para el debate político, social o cultural; han de existir iniciativas políticas y económicas que hagan posible condiciones de vida digna para todo hombre.
Para nosotros, los cristianos, la apuesta por un mundo fraterno es una exigencia que brota del corazón del mismo Evangelio. El Papa Francisco escribe en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: “existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos” (n. 49). No puede seguir siendo noticia que hay hombres y mujeres, niños que mueren de hambre. Esto ha de acabar, y para ello hemos de poner los medios necesarios. Hemos de convertir la ley del más fuerte en una ley de fraternidad, la cultura del rechazo en una cultura del encuentro y de la acogida.
La diócesis de Guadix siente un santo orgullo de tener tantos hombres y mujeres que procuran cada día un mundo nuevo. Los voluntarios de Manos Unidas son un hermoso ejemplo de esto; hombres y mujeres que no se conforman, que no se cruzan de brazos, sino que calladamente pero con constancia llevan adelante una labor de concienciación a los de aquí y de ayuda a los pueblos más necesitados. Gracias, amigos y hermanos por esta misión que lleváis a cabo.
Como cada año, hemos elegido un proyecto para financiar desde esta delegación diocesana. Este año es una escuela de bachillerato en la India, en el Distrito de Dindigul, al sur del país. Serán 240 alumnos los que se beneficien, de los cuales el 41% son chicas. Estos jóvenes podrán acceder a una enseñanza superior que les permita también mejores trabajos y mejor calidad de vida. Es un proyecto costoso, pero que conseguiremos entre todos.
¿Quieres un mundo nuevo?, pues trabaja por conseguirlo; pero permíteme un consejo: no vendrá el mundo nuevo cuando lo procures para ti sino cuando lo procures praa los demás. No conserves lo que ya tienes, lucha por que todos lo tengan. Dice el Papa: “Al que arriesga, el Señor no lo defrauda”. No estamos sólo, el Señor viene con nosotros e ilumina el camino hacia un mundo nuevo.
María, la Virgen, es modelo en la construcción de un mundo mejor, dijo a Dios que sí, se fio y se puso en camino. Te deseo un feliz camino en la construcción de un mundo nuevo.
Con mi afecto y bendición.
+ Ginés, Obispo de Guadix
Recordatorio El nuevo orden