Dentro del serial que Pasión en Sevilla viene publicando durante la Cuaresma sobre imágenes desconcertantes, analizamos una fotografía curiosa que hoy en día sería imposible de repetir en la Semana Santa.
La instantánea está tomada una mañana de Viernes Santo de la primera mitad de los sesenta, cuando la hermandad de la Esperanza de Triana iba de vuelta por la calle Pureza. En ella se muestra a varios penitentes vestidos de nazareno con distintas túnicas. La fotografía aparece publicada en el boletín extraordinario que se editó con motivo del IV centenario de la fundación de la Hermandad de las Tres Caídas y no se conoce al autor.
Según se indica en la publicación, la cofradía llevaba nazarenos con túnicas que solían ser de cola, por su carácter de promesa, «y cada individuo solía aportar él mismo la túnica, normalmente prestada por otras hermandades de negro, así como las cruces. El nazareno con la túnica de cola blanca –que aparece en la fotografía– atestigua el carácter espontáneo de dichas promesas (…), escapándose, así, a la uniformidad no ya de la cofradía, sino de los propios penitentes».
Sobre esta imagen se pueden analizar varios aspectos, en primer lugar la disposición del romano a caballo, que va en la trasera del paso, cuyo canasto es el antiguo del paso de Cristo de la Esperanza de Triana. Por otro lado, esta cofradía no lleva en la actualidad penitentes con cruz.
No obstante, lo que más desubica de esta instantánea es ver a nazarenos de cofradías que bien podrían ser del Amor, las Penas o el Silencio –obsérvese la cola al brazo del penitente situado a la derecha–, o cualquier otra cofradía de ruán. También un nazareno de cola blanca, que podría ser de la Cena, San Gonzalo, la Candelaria o el Dulce Nombre. Penitentes espontáneos, una figura hoy imposible de ver y que, medio siglo después, siguen siendo un enigma por resolver.
Recordatorio La Cruzada de San Bernardo