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jueves, 13 de marzo de 2014

El Santísimo Cristo del Calvario de Sevilla en Besapiés según Miguel Ángel Badía Álvarez


Fantástico reportaje de nuestro colaborador Miguel Ángel Badía Álvarez del Santísimo Cristo del Calvario, imagen procesional Titular de la Pontificia y Real Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo del Calvario y Nuestra Señora de la Presentación de Sevilla, conocida popularmente como Hermandad de El Calvario.


La imagen la encargó Gaspar Pérez de Torquemada para presidir la capilla funeraria que poseía en la iglesia de Santa Catalina de Sevilla, aunque en el inventario de sus bienes redactado con motivo de su fallecimiento en 1628, se cita la existencia de una "imagen de un Cristo de madera, encarnado y de estatura de hombre..." en el oratorio particular de su domicilio de la calle Almudena.


Un nuevo dato sobre esta talla lo aporta López Martínez al decir que fue vendida en 1639 al portugués Rodrigo López de Veyga, quien lo dejó expuesto en la capilla de Nuestra Señora de la Palma, levantada por su familia en el convento Casa Grande de San francisco, lugar donde en 1670 se fundó la Hermandad de El Calvario. Cuando esta Hermandad se fusiona con la de los Mulatos se traslada a la iglesia de San Ildefonso, y allí reaparece la imagen del Cristo en 1798.

En el año 1886, cuando se reorganiza la Hermandad de El Calvario, este Cristo pasaría a ser nuevamente su titular.


Se trata de una excepcional escultura realizada en madera policromada por Francisco de Ocampo en el año 1612. De 1,65 metros de alto, su hechura se inspira en la célebre y no menos excepcional obra de Martínez Montañés conocida como el Cristo de la Clemencia que se conserva en la Catedral hispalense. Y justamente así se indica en las condiciones del contrato que para el Cristo del Calvario firmaban Francisco de Ocampo y Gaspar Pérez de Torquemada, donde aquél se obligaba a realizar "la hechura de un Cristo al natural, acabado como el que tiene el arcediano don Mateo Vázquez..."


No obstante el Cristo de Ocampo se aleja y se dramatiza en parte, respecto a la versión de Montañés, pues no presenta a un Cristo vivo, sino ya muerto; y se presenta clavado en la cruz con solo tres clavos, acentuando el patetismo de la imagen, en lugar de los cuatro con los que se fija el de su predecesor.

Por otro lado, la elevada perfección anatómica del cuerpo del Cristo de Montañés ha sido reducida y llevada a un estado más realista y sobrio en éste de Ocampo, con evidentes muestras de martirio y con un sudario enrollado a la cintura que se anuda en las dos caderas, equilibrando la composición.


En el año 1941 el médico y escultor Sánchez Cid restauró la imagen, encontrando por casualidad en su interior un documento que confirmaba la autoría de tan importante talla y la fecha del encargo. Posteriormente, entre los años 1987 y 1988 volvió a ser restaurado, esta vez por José Rodríguez Rivero-Carrera.


La antigua Hermandad de la Presentación de Nuestra Señora, erigida en recuerdo de la Presentación que Pilato hizo al Redentor del pueblo, fue fundada en el año 1572 en el hospital de Nuestra Señora de Belén, ubicado en la Ballestilla, en la collación de San Salvador. Sus hermanos eran en su mayoría un grupo de mulatos, esclavos y libres, que vivían en la ciudad de Sevilla, por entonces principal puerta de Indias, con una importante población de gente de color que se agrupaban en el barrio de San Ildefonso.


Dicha Hermandad asistió en el año 1579, como corporación de sangre, al traslado de los cuerpos regios hasta la Capilla Real de la catedral hispalense, portando un estandarte blanco y ocupando el séptimo lugar. Unos años más tarde, en 1587, y con motivo de la reducción de hospitales decretada por el arzobispo don Rodrigo de Castro, pasó a la iglesia de San Ildefonso. Allí sus miembros, en su mayoría mulatos, tomaron capilla propia con puerta a la actual calle Rodríguez Marín. Pocos años después, en 1596, presentó nuevas Reglas, que les fueron aprobadas por la autoridad eclesiástica.


En 1623, con la reducción de cofradías decretada por otro arzobispo, don Pedro de Castro Quiñones, se agregó a la de la Hiniesta. Por aquél tiempo se sabe que hacía estación de penitencia en la tarde del Miércoles Santo con tres pasos: un Ecce Homo, un Crucificado llamado del Mandato, y una Dolorosa bajo palio.

De aquella Cofradía de los mulatos no se vuelve a tener constancia hasta 1680. Y también en 1697, cuando un hermano, Tomás Marcelo, hizo donación de un manto de felpa negra para la imagen de Nuestra Señora de la Presentación.


Durante el siglo XVIII la Cofradía seguía en la iglesia de San Idefonso donde, en 1712 adquirió una capilla a censo perpetuo, haciendo algunas reparaciones en ella. No obstante, en 1731, y viendo disminuido su número de hermanos, realizó su última salida penitencial. Décadas después la corporación estaba desasistida y, en 1791, al cerrarse por ruina el templo de San Ildefonso, quedó completamente extinguida.

En el año 1798 se llevó a la iglesia cerrada la imagen de un Crucificado que antes había pertenecido a la congregación del Calvario, de la iglesia parroquial de la Magdalena; un Cristo realizado por Francisco de Ocampo en 1611 a instancias de Gaspar Pérez de Torquemada`para presidir la Capilla de su patronato de la Iglesia de Santa Catalina, que pasó a ocupar el lugar del antiguo Cristo del Mandato.


Casi un siglo más tarde se reorganiza la Cofradía en torno al Santo Cristo y se redactan nuevas Reglas, que se aprueban en 1886. En 1888 realiza estación de penitencia en la tarde del Miércoles Santo, continuando así hasta 1899, cuando por nuevos estatutos, lo hace en la madrugada del Viernes Santo, como hasta ahora.

En 1908 se traslada a la Iglesia de San Gregorio, y desde 1916 y hasta la actualidad, reside en la Iglesia de la Magdalena.


La Hermandad procesiona con dos pasos desde el año 1895, uno para cada una de sus imágenes titulares: el Santísimo Cristo del Calvario, y el otro para la Virgen, bajo palio, Nuestra Señora de la Presentación.

El paso del Crucificado es obra de 1909, realizado en madera de caoba encerada sin dorar, de Francisco Farfán Ramos. En el paso de palio, bordado en oro sobre granate, figura la Dolorosa con manto bordado sobre terciopelo azul. Tanto el palio, como el manto y los faldones, fueron realizados por el célebre Juan Manuel Rodríguez Ojeda, y posteriormente restaurados por otros importantes bordadores.

Realiza su salida procesional haciendo su estación de penitencia desde su sede hasta la Santa Iglesia Catedral en la madrugada del Viernes Santo de la Semana Santa sevillana.












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