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lunes, 17 de marzo de 2014

Nisán: XIII Rescatado


Los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la gente para que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Y cuando el procurador les dijo: “¿A cuál de los dos queréis que os suelte?”, respondieron: “¡A Barrabás!”. Replicó Pilato: “Y ¿qué hago con Jesús, el llamado Cristo?”, y todos gritaron: “¡Crucifícale!”. “Pero ¿qué mal ha hecho?”, preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: “¡Crucifícale!” Mt 27 20-23

Pilato se lava las manos queriendo apaciguar su conciencia, creyendo que con su cobarde gesto libera su alma de responsabilidad. Pero no es el silencio ante la injusticia lo que nos hace libres. Si el maltratador actúa, el terrorismo asesina o el dictador oprime es la denuncia y la lucha la única salida. Porque es obligación del cristiano remar para modificar el mundo y no esconderse en un rincón sin hacer ruido para conservar los inútiles tesoros de la vida terrenal.

Y Tú, Jesús Rescatado, Cautivo del destino y preso del odio y el desprecio, te muestras poderosamente humano y maravillosamente divino, eterno y cercano, escuchante de la necesidad del pueblo que te anhela y te busca con devoción. Por eso alargas tu mano constantemente... para ayudarnos a salir del pozo de nuestra desolación y cedernos un hueco en tu Bendita presencia.
  
¡Barrabás! gritaba el pueblo
bebiendo de su ignorancia...

Cristo era un hombre de Paz,
alejado de quimeras,
su sendero de amor hablaba
y su grey se negaba
a seguirle donde fuera.

De tu condena...
Señor Mío si pudiera
haberte Padre Rescatado,
lucharía como una fiera
por salvarte de salvarnos del pecado.

No te merezco Jesús...
Tú Cautivo por tu promesa,
yo renegando de tu luz...
por un caudillo ignoro tu grandeza
enviándote a la cruz.

Guillermo Rodríguez


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