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lunes, 24 de marzo de 2014

Sevilla: "Sería bueno que las hermandades nos presentaran anualmente sus cuentas"


El prelado asegura que son pocas las corporaciones que contribuyen al Fondo Común Diocesano. Pide prudencia en la promoción turística para no herir la entraña religiosa de la celebración.

Jornada de entrevistas en el Palacio Arzobispal. El arzobispo atiende a Diario de Sevilla en el salón habitual, en el que se exponen los recuerdos y en el que el prelado recibe a sus visitas. El delegado diocesano de Medios, Marcelino Manzano, es testigo de la entrevista. Cuando la cuaresma va alcanzado su ecuador, y tras pasar unos días en Roma, donde ha vivido varios encuentros personales con el papa Francisco, de fuerte experiencia eclesial, monseñor Asenjo repasa la actualidad cofradiera y otros asuntos de interés de la Iglesia Diocesana. 

Ha pasado unos días en Roma y ha coincidido varias veces con el Papa. ¿Qué puede contar de esos encuentros? 

-Tuve tres. El primero el 28 de febrero, con ocasión de la audiencia que concedió a la Pontificia Comisión para América Latina, de la que yo formo parte. Fue la primera vez que saludé al papa Francisco. Después lo he visto cuando recibió a todos los obispos españoles el 3 de marzo. Y luego, en una audiencia mucho más dilatada -estuvimos una hora y media con él- cuando recibió a los obispos que servimos a la Iglesia de Andalucía. Puedo contar que fueron unos encuentros muy gozosos. El Papa nos ha marcado metas claras en nuestra acción pastoral. Estamos muy agradecidos por esta fuerte experiencia eclesial.

Estuvieron hablando de hermandades. 

-Así es. El Papa conoce bien la religiosidad popular porque procede de un continente donde es un fenómeno muy fuerte. Le explicamos las características de la piedad popular en España y en Andalucía. Hablamos de las numerosas hermandades y cofradías que existen y de sus empeños fundamentales: la formación, el incremento de la vida cristiana y la práctica de la caridad. El Papa nos dijo que las apoyemos y las acompañemos, puesto que se trata del modo peculiar que existe de vivir la fe en esta tierra. 

Parece que el año que viene vendrá a España. ¿Hay posibilidades de que venga a Sevilla? 

-No hay confirmación oficial. Es un deseo de los obispos españoles y las autoridades que el Papa venga a España por el V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Tanto el arzobispo de Granada como yo le dijimos que sería muy bueno que viniera a Sevilla y a Granada. Él nos confesó que en los meses que estuvo haciendo la Tercera Probación en España, en Alcalá de Henares, hizo un viaje a Toledo. Por debajo de ahí no conoce España. Le dijimos que le recibiríamos encantados. 

En la carta que ha mandado a los sacerdotes y religiosos por el Día de la Vida asegura que el anteproyecto de ley del aborto protege más la vida, aunque no es ideal. 

-No es ideal porque lo que habría que lograr entre todos es el aborto cero. El aborto es siempre la eliminación de una criatura, por voluntad de sus padres y con la acción de los médicos, que son justamente las personas que más tendrían que preocuparse de proteger la vida del no nacido. No obstante, los obispos reconocemos algún progreso. Dios quiera que en las Cortes no sea descafeinado este anteproyecto. 

¿Qué otras formas hay de vivir la cuaresma en Sevilla, fuera de las hermandades? 

-Se puede vivir perfectamente en la parroquia. En muchas se organizan conferencias cuaresmales. Hay misereres, vía crucis, eucaristías diarias. Quien no sea cofrade está tan obligado, o más, a vivir con autenticidad y hondura la cuaresma, buscando momentos de silencio para tomar la temperatura de nuestra vida cristiana, con momentos de oración más intensa y extensa, momentos también para el ayuno y la limosna, para la renovación de nuestra fraternidad. Yo pido a nuestros fieles que vivan con hondura y autenticidad la cuaresma como camino de conversión al Señor. Todos necesitamos convertirnos, empezando por el arzobispo y siguiendo por los sacerdotes. 

En verano se publicaron unas estadísticas que prácticamente igualaban el número de matrimonios civiles y religiosos, ¿es una circunstancia provocada por la crisis? 

-Ha incidido la crisis, ciertamente, pero también la secularización de la sociedad. Nos preocupa, claro. Como también nos preocupa la crisis de la familia, los divorcios, el hecho de que prácticamente la mitad de los matrimonios que se celebran terminan separándose. Nos preocupa el hecho de que muy pronto uno de cada dos niños vivirá sólo con uno de sus padres. Por eso estamos apoyando fuertemente una pastoral familiar que ayude a los matrimonios. 

Hemos conocido esta semana que el Seminario de Sevilla goza de buena salud. Es el cuarto en número de seminaristas. ¿Está satisfecho? 

-El Seminario tiene que ser la niña de los ojos del obispo. Es el corazón y el futuro de la Diócesis. Todo lo que hagamos por apoyar al Seminario, por quererlo, por hacer que sea conocido y ayudado por todos, será poco. Es una pieza insustituible en el organigrama y la vida diocesana. 

El Arzobispado ha contratado a un profesional, siguiendo el modelo de la Conferencia Episcopal, para llevar sus cuentas. Se dice que cobra 6.000 euros al mes y que tiene la máxima cotización a la Seguridad Social. ¿Es cierto? 

-Se han publicado noticias absolutamente falsas y equivocadas y creo que injustas. La persona que hemos traído es un alto profesional. Doctor en Economía y licenciado en Derecho. Es funcionario de la Unión Europea por oposición. Está haciendo una gestión espléndida. Se ha dicho que cobra 6.000 euros. Es una cifra disparatada y falsa. Me parece que es una injusticia ahondar continuamente en este asunto. 

¿Qué funciones concretas ejercerá en el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal? 

-Ninguna. El comité ejecutivo es un órgano colegiado. Somos siete miembros que nos reunimos todos los meses. Dialogamos y tomamos las decisiones por consenso. Nadie tiene un papel atribuido. 

Antes del verano, presumiblemente, será nombrado un nuevo arzobispo para Madrid. ¿Se ve usted allí o se jubilará en Sevilla? 

-Me veo en Sevilla, que es donde Dios ha querido que esté. Si Dios quiere, un día me jubilaré en Sevilla y seré enterrado, si Dios quiere también, en la Catedral de Sevilla. 

¿Cómo se siente tras cinco años en Sevilla? 

-Contento porque estoy haciendo lo que Dios quiere. Agradecido al Señor, que me ha traído a esta Iglesia, y agradecido a tantos sevillanos buenos que me demuestran cada día su aprecio y su afecto. 

¿Han superado ya las cofradías los problemas de déficit de eclesialidad al que usted aludió hace unos años? 

-Van entendiendo el mensaje del obispo. Estoy insistiendo continuamente en tutelar con mimo los rasgos definitorios de la identidad cofradiera. Creo que me van entendiendo y que muchas cosas se van resolviendo. Tengo esperanzas de que cada día vayamos dando un pasito más hacia la plena realización de lo que constituye la columna vertebral de estas instituciones. 

Esta semana hemos asistido a un nuevo rifirrafe en el Consejo a cuenta de la contratación como proveedores de familiares de varios cargos generales. ¿Qué le parece? 

-No tengo la certeza de que eso sea así. A mí me han visitado los cargos generales y me han desmentido esas acusaciones y yo estoy obligado a creerlos. Lo que sí quiero decir es que, independientemente de estos asuntos concretos, todos tenemos que procurar que en la vida de la Iglesia, de las instituciones públicas, también de las hermandades, haya honestidad y transparencia. 

¿Cree que es necesario convocar elecciones tras la Semana Santa? 

-No soy la instancia correspondiente para pronunciarme en este sentido. El arzobispo sólo puede intervenir cuando esté en riesgo un tema relativo a la doctrina católica o a la moral. Y no es este el caso. 

Manuel Soria ha dicho que las aportaciones de las hermandades al Fondo Común son insuficientes. ¿Comparte esta afirmación? 

-Sí, la comparto. Las hermandades que contribuyen, cumpliendo la legislación, son las menos. De la misma forma que son también escasas las que presentan sus cuentas anuales para que sean visadas por la Administración Diocesana. Sería bueno que las hermandades cumplieran con sus deberes. Primero de contribuir al fondo común y, segundo, de rendir cuentas anualmente. 

El Arzobispado trabaja en unas nuevas Normas Diocesanas para Hermandades. ¿En qué línea irán? 

-Se trata de adaptar la vida de las hermandades y cofradías a las actuales circunstancias. La vida de la Iglesia va cambiando, como lo va haciendo la sociedad. A veces se advierten huecos o vacíos que hay que solucionar y rellenar. No van a ser una revolución. Se va a tratar de atender a esas necesidades que ahora se advierten. 

¿Regularán las aportaciones al fondo común? 

-No. Se recordará sencillamente la disciplina existente. 

¿Cree necesario que las personas que se presenten a hermano mayor, o a cualquier cargo de gobierno en las hermandades, tengan que realizar un curso de formación? 

-Estamos en ello. Yo no sé si esto lo vamos a poder preceptuar en esta reforma de las normas, pero desde luego es el ideal al que queremos tender. Hoy mismo le he pedido al director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas que vaya pensando en la posibilidad de crear un curso de formación cofradiera que abarcaría dos años. Sería deseable que los que quieran presentarse a hermano mayor tuvieran que cursarlo, pero no es algo inmediato. 

El delegado de Economía, Empleo, Turismo y Fiestas Mayores, comentó en una entrevista publicada por este periódico que se estaba trabajando con el Arzobispado para que las iglesias pudieran abrir más tiempo para que fueran más accesibles para el turismo. ¿Cómo va la negociación? 

- Se han dirigido al vicario general, aunque es un tema que no está muy maduro. 

El Ayuntamiento ha puesto en marcha una campaña para promocionar turísticamente la cuaresma y la Semana Santa. ¿Le preocupa que se desvirtúe o pierda la esencia religiosa? 

-Me parece bien que se aprovechen todos los recursos para promover la riqueza y la economía en nuestra ciudad y en nuestra diócesis, sobre todo en esta coyuntura de crisis. Me parece bien. Únicamente aviso de la posibilidad de que eso pueda contribuir a secularizar un poco más la cuaresma y la Semana Santa, cuyo meollo fundamental no es tanto la gastronomía, ni el folclore, ni los aspectos tradicionales o costumbristas, sino el drama de la pasión del Señor y su inmolación por nosotros para redimirnos y salvarnos. Eso es lo fundamental en la cuaresma y la Semana Santa. Yo desearía que fuéramos prudentes a la hora de promocionar todas estas cosas para que no hieran ni mellen la esencial entraña religiosa de la cuaresma y la Semana Santa. 

¿Le ha decepcionado el apoyo de la presidenta de la Junta de Andalucía a la plataforma que reclama la titularidad pública de la Mezquita-Catedral de Córdoba? 

-No he escuchado esas manifestaciones de la presidenta. He escuchado las de algunos de sus colaboradores. No comparto esa opinión. Además tiene poco recorrido, porque ni la legislación europea, ni la legislación internacional, ni la legislación nacional permiten apropiarse de lo que no es de uno. La Diócesis de Córdoba, a la que yo serví, tiene títulos jurídicos muy precisos para creerse titular de la Mezquita-Catedral y tiene, sobre todo, títulos históricos. La Mezquita fue entregada por el Rey San Fernando al obispo de Córdoba el mismo día de la conquista de la ciudad. Fue consagrada por orden del Rey por el obispo de Osma, don Juan Domínguez. Quien la ha cuidado y ha hecho que la mezquita subsista y perviva ha sido la Iglesia y el Cabildo de Córdoba.






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