Decía Núñez de Herrera que el Gran Poder suponía la negación de la historia; nadie puede decir que lo ha visto en la calle, si no es en el momento en que se hace presente y se actualiza. Algo similar (salvando distancias y comparaciones) ocurre con el pregón de Semana Santa, que se actualiza la noche que antecede al Domingo de Pasión, en el Gran Teatro de Córdoba, por si alguien no lo recordaba. Y así, entre actualización y actualización, posturas, gestos, declamaciones y palabras que se repiten para resultar siempre diferentes por arte y gracia de la Semana Santa.
Sin embargo, en esta vigilia el
tiempo quiere jugar en una vuelta a otros orígenes. Charlistas, como leí alguna
vez a Antonio Varo, que vuelven con fuerza para retrotraernos a finales de los
´40, ´50 o ´60. La diferencia en este caso radica en que el pregonero de 2014
no se ha ejercitado a lo largo de nuestra geografía loando Semanas Mayores,
sino más bien costumbres amenas de pueblos o chascarrillos de saeteras
inolvidables.
Desde la Agrupación, la evocación
sube al cielo pero se topa con el techo. El techo provinciano que recuerda
pregones de otros hijos ilustres de sus localidades y retransmiten fútbol, no
procesiones. Pero eso, como en aquella Vetusta de La Regenta da caché y una
repercusión que no se traducirá ni tan siquiera en una mera retransmisión del
pregón en televisión, ni se produciría ni aunque Enrique Ponce, por poner un
ejemplo de esta nueva línea de atriles, fuese el pregonero o Antonio Banderas o
Manolo Lama o Vigorra… por dar ideas.
Una nueva línea de perfiles para
el atril que –antigua y reinventada- da la medida de una ciudad que se reflejaba
en las palabras del pregonero en prensa local el pasado domingo, cuando en la
entrevista que concedió a Diario Córdoba venía a decir que no sabía por qué lo
habían elegido, que no es religioso, no es cofrade, etc. Sin olvidar como escribió en Gente de Paz Raquel Medina que “cuando esté en su despacho o en su
casa con papel y “boli” o sentado frente al ordenador, como hemos estado todos
los pregoneros... ¿Qué imagen inundará sus pensamientos, su creatividad, cuando
quiera evocar a nuestro Cristo de la Expiración o a Jesús Caído?. ¿Qué
imaginará cuando quiera versar sobre la Paz?. ¿Tendrá vivencias propias de
todos estos instantes…?. ¿O tendrá que documentarse con métodos alternativos?
Ruego a la Agrupación que en caso de precisarlo, ofrezca al pregonero todo el
material audiovisual necesario, vaya a ser que cuando piense en Expiración su
mente viaje al Museo, cuando quiera hablar del Caído a la calle Pureza o si
llega el turno de la Paz la imagine caminando por los Jardines… del Parque de
María Luisa.
No van buscando estas palabras potenciar
localismos o clichés o, peor aun, marcar directrices por más que el sentido
común las dicte y a veces no se le escuche. Espero que mañana en el Gran Teatro
se edite la mejor actualización de la Semana Santa, la que nos mueve y es
origen y final, amanecer y ocaso, de expectativas, sensaciones y una fe
compartida. Espero que Rafael Cremades deje a Córdoba en el lugar que merece,
aunque no quiero pensar mucho qué lugar es exactamente. Espero que la
Agrupación sea coherente consigo misma y siga por esa línea o piensen sus
dirigentes que el hecho de “no ser religioso”, alguien que ellos eligieron, sea
óbice para dimitir como en un tiempo demasiado cercano se reclamaba. Espero que
dejemos de seguir negando la historia para que su negación sea, en su concepto
filosófico y espiritual, una actualización que nos alcanza y renueva. Aunque,
si les soy sincero, como la canción de Antonio Vega vivo esperando nada.
Blas Jesús Muñoz