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viernes, 11 de abril de 2014

El cáliz de Claudio: Marcos


Acaba el Martes de Pasión. Es 8 de abril y, ahora sé que mi mundo es distinto. Todo está empezando a ser mas claro. Y tengo miedo. Las cornetas resuenan en el ensayo de la banda como cada noche. Pero es distinto. Viene a mí como llamando, llamándome porque siempre han estado ahí las cofradías cuando me sucede algo importante.

Las luces son más naranjas en el trayecto, como en la infancia, como ahora que el azahar se abre y mi alma de par en par.

Se acerca el Miércoles de Pasión y sólo, por dentro, encuentro esa oración pretérita de aquella madrugada. Es una letanía espontánea, del Dios que te encuentra siempre en el centro de tu revolución interior.

La madrugada avanza como tantos otros viernes. Y a la hora exacta de tu recogía me cambias todo a perpetuidad. Me haces saber que la generación invisible avanza; que ya no es la mía Señor, ni la de mis padres o la de mis abuelos. Es la palabra nueva y distinta que das a cada nueva generación de hombres que caminan entre agua y arena, mientras esconden su sonrisa para que no les sea arrebatada. Él aun no lo sabe o quizá lo comprende todo. Es mi futuro, el de la ciudad, el suyo propio que llama a las puertas del mañana sin pretenderlo, mas con la actitud insolente de todos los días que le restan.

Ya es abril, ya es el nuevo principio, ya es Viernes de Dolores que nos sorprenderá jugando en el jardín secreto de nuestros sueños.

Blas Jesús Muñoz











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