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miércoles, 2 de abril de 2014

La Voz de la Inexperiencia: El Ocaso de la Cuaresma


Hemos pasado un fin de semana de reflexión, de reflexión de los que se subían al escenario o altar –en su defecto- y situados en el atril nos abrían las puertas de su vida, nos brindaron su tiempo, sus palabras y sus sentimientos. Aquellos ideales que los hacen especiales, aquellos por los que se les ha dado la oportunidad, así como la responsabilidad de alzar su voz y desatar su pluma, no se le da a cualquiera la opción de abrir un libro empezando por aquello de… “Hermanos todos”, ni se le otorga aquel broche del… “HE DICHO”. 

Por ello, por el simple hecho de haber salido elegidos, ya tenéis mérito. Bien para el pregón de juventud que representaba a toda la agrupación de cofradías, en ti recayó esa suerte, Andrés Fresno Zamora, enhorabuena por deleitarnos con tus palabras, gracias por mostrarnos cómo tu respiración se entrecortaba por esos suspiros en los que tratabas de recuperar el aliento, felicidades porque de tu boca emanaba la paz que a nuestros corazones en guerra les faltaba, y sobre todo, aludiendo a las palabras de tu presentador, Rafael Garzón, “hay un angelito que te guiña desde el cielo” y a las tuyas propias, “estéis dónde estéis sé que estaréis orgullosos de mí”, así es, puedo decirte que sin ser de ‘los tuyos’, me pareció un acto de valentía subirte al escenario y tratar de hacernos llegar tus vivencias. Enhorabuena. 

Paso a felicitar a los exaltadores y pregoneros propios de cada hermandad, que estoy segura que disfrutaron su día como nunca. 

Sin duda, mi mención especial de este artículo va para un manojo de nervios que habita en el cuerpo de un joven, para el que va haciéndose un adulto y nos quiso mostrar sus vivencias desde niño, a ti, David Pineda, que con tu sonrisa repetías una y otra vez los comienzos de tu pregón comprobando que el micrófono funcionada correctamente, fui a verte, a intentar que te reafirmaras en tus posibilidades. Fuera modestias, leyendo tus palabras en la soledad de mi habitación me sentía orgullosa de que alguien capaz de transmitir tales sensaciones, lo mismo se me escapaba una sonrisa que me brotaba una lágrima, y otra, y otra más. Fuera retórica, el lenguaje del corazón es el único que nos cala, pues oír, lo oímos todo, pero escuchar, solamente lo que queremos. Enhorabuena, has demostrado una vez más tu valía como persona y tu grandeza como cofrade. 

Esta pequeña mención no está a la altura de vuestras aportaciones a la historia de las cofradías en general o de vuestras hermandades en particular. Sois la vida que nos falta, la juventud que vale. No es un misterio para nadie que los Grupos Jóvenes de algunas hermandades están sacando a flote a los cabecillas de las mismas, toda una lección de humildad, de constancia y de ilusión, pues aunque nos falte la experiencia, nos sobran las ganas.

Otro aspecto que quería compartir con ustedes es lo que sentí al recoger mi papeleta de sitio, tras varios años viendo a mi Hermandad de puertas para afuera, viendo como el olivo rozaba el arco de la iglesia y parecía que se resistía a salir de tan cálido templo, se acabó la espera, espera eterna, este año podré ver como caen algunas hojas a los pies de quien te reza en la trasera de tu paso, podré alzar la mirada y verte entre los faroles de mi Amarrado, Orándote con mi Candelaria velando mis rezos, qué mejor estampa que ver tu mantolín reflejado en mis ojos.

Disfruten de lo que queda de Cuaresma, hacía un mes que la comenzábamos y ahora ya está en su recta final. Sean felices.

María Giraldo Cecilia












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