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martes, 27 de mayo de 2014

La Chicotá de Nandel: Siempre, la Esperanza


¿Nunca les ha pasado? El ir a ver otras cosas un día de Semana Santa, en concreto para mí, aquella Madrugá sevillana, hace ya unos años, y encontrarse con algo tan mágico como divino, tan reconfortante ya en el cansancio de la jornada, como aliento fresco para el resto de la vida cuando recuerdas el momento.

Aquella madrugada de aquel Viernes Santo, mi padre, macareno hasta la médula, no había visto aún a la Señora de Sevilla, habíamos dejado nuestra visita para el final, de mañana, y ocurrió.

Yo, siempre más de barrio trianero, más sentimental con una corneta ligada a un traje de marinero, el Señor del Compás, la Esperanza por el río... Y la Esperanza, no fue río, sino lo más lejano al frío de la mañana, calidez, cercanía, y soplo que inflaba mi pecho y hacía latir fuerte mi corazón.


Llegó el Señor de la Sentencia a San Juan de la Palma, era cómodo el bullicio, no había tanta gente como pensábamos, y llegó Ella. Las marchas en cada giro, dejaron paso a lo verdaderamente importante, La Macarena, La Esperanza, frente a frente, con la mañana alumbrando su cara, hasta... que me dí cuenta que su cara, era la mañana.

He de decir que desde aquel día todo un poco o un mucho cambió. No he vuelto a verla, y quizá, como en esta madrugada que ha pasado, por decisión propia, he preferido verla por televisión, como si tuviera miedo, a que no me recuerde aquel momento vivido, como si prefiriera quedarme con ese como el único con Ella, que se que tarde o temprano, dejará de ser el último con la Reina de la Esperanza en la calle.

La Esperanza, no es más que lo que necesitamos para vivir.

Vemos a tanto niño por internet, vemos a tanto ilustrado que se justifican en una sabiduría tan temprana como errónea, para comentarlo todo, para juzgarlo todo, e incluso, para descalificarlo todo.

Ellos, acompañados de otros aún más mayorcitos de edad, que estos ya si que no tienen perdón de Dios, tras tantos años en este mundo, aún no han entendido lo que es... LA ESPERANZA.

Recuerdo algunos programas electorales, pues hay que llamarlos así, de Juntas de Gobierno que ahora dirigen algunas Hermandades, e incluso, otros que en estos días hemos visto en internet de toda la geografía andaluza, a nadie se le escapa la cantidad de Hermandades inmersas en plenos comicios.

La caridad, cosa que me agrada muchísimo, aparece en casi todos, pero si hay una cosa que me gusta aún más, la “unión” de todos los hermanos, formando Hermandad.

Vemos a la Macarena, en estos días, paseando por su Tierra, como la Reina y Emperadora que es, y a sus pies una alfombra, como de Palacio, haciendo honor a quien la pisa.

Está recibiendo críticas la Junta de Gobierno actual, por todas las cosas casi que está realizando en este, su aniversario. Y es que aún, nadie ha entendido qué es la Esperanza.

La Esperanza, es aquella mujer, morena de Juncal como dijo el poeta, que te clava en el alma, no la calle, no el momento, no la marcha, no el sonido, no el olor, si no, el sentimiento, ESPERANZA.

Esperanza, para no tener castillos, aunque sean en el aire, proyectos más que el de dar esperanza a esas personas que la están perdiendo, que no saben ya qué hacer para sacar a su familia adelante.

Esperanza, de ver a tus hermanos y no recibir la espalda, y por supuesto, un... “si quieren unir a la Hermandad, que le pongan super glú”, increíble, pero cierto, que manda narices.

La Esperanza, no es la crítica a un candelabro torcido, abollado, la esperanza, es visitar a un anciano en un asilo, o ayudarlo con la compra, el acompañamiento al que está solo, el abrazo a quién tiene el frío de la soledad.

Si vivimos en esperanza, viviremos con La Esperanza, en esta, y en la otra vida, si nuestra única esperanza es la de ser ordeno y mando, la de la verdad absoluta, la negativa de la ayuda al prójimo, sea de la forma que sea, podremos seguir criticando, podremos seguir sentando facultad, que con el tiempo, nos veremos solos, y es entonces, cuando con la esperanza perdida, tendremos que ir a buscar a La Esperanza, para que nos la de, algo que nosotros, quizá, no hayamos sabido dar, ni entender.

Su mensaje es claro, yo estoy aquí con vosotros, para todo aquel que ya no lo recuerde vuelva a recordarlo, que si me acompañáis, y repartís esta esperanza que os traigo, viviréis conmigo para siempre, ESPERANZA PARA TODOS, ¡VIVA LA MACARENA! ¡VIVA LA MADRE DE DIOS!














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