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viernes, 16 de mayo de 2014

La procesión de la Virgen de Araceli en la mirada de Agustín Camargo


Magnífico reportaje de Agustín Camargo de la procesión de la Virgen de Araceli, patrona de Lucena, del pasado día 4 de Mayo.

María Santísima de Araceli es Patrona de Lucena desde 1851, aunque Lucena siempre la tuvo como su Patrona. A mediados del Siglo XX, fue declarada Patrona del Campo Andaluz. Su coronación canónica fue un auténtico espectáculo de belleza para Lucena y sus pedanías. Aquel día 2 de mayo de 1948, por mucho que llovió, la Virgen fue Coronada.


La Santísima imagen de la Virgen de Araceli, fue traída de Roma por el II Marqués de Comares, Luis Fernández de Córdova. Se dice que éste fue a Roma y allí entró en una basílica bajo el título de "Santa María in Aracoeli". En ese lugar quedó prendado ante la belleza de una imagen; tanto le gustó que mandó que esculpieran una igual para su palacio en Lucena. Durante el viaje, al acercarse a Lucena, los caballos que la portaban se perdieron a causa de una fuerte tormenta. Cuenta la Leyenda, que los caballos se perdieron donde está hoy la Primera Cruz, y aparecieron donde se encuentran las Tres Cruces, en la cima de la Sierra de Aras.


Prácticamente desde la llegada de la Santísima Virgen de Araceli a la localidad, los lucentinos celebran fiestas en honor a Ella, si bien en un principio no trascendía con frecuencia a lo lúdico. Ya en 1563, como medida de apoyo a la celebración de una "feria", el Cabildo del Concejo determina que no se ha de pagar la sisa - impuesto sobre comestibles y bebidas- sobre todo lo que se comprare o vendiere en los tres días de la Fiesta de Nuestra Señora de Araceli.


A lo largo de los siglos se fueron conformando toda una serie de actos, organizados a primera hora por el Concejo de la entonces villa, los respectivos Capellanes del Santuario, y la primitiva cofradía aracelitana. Consistían éstos, fundamentalmente, en su procesión del primer domingo de mayo, algunos años en el Santuario, y la celebración de una novena llevada a cabo con toda solemnidad en la parroquial de san Mateo. Aparte, claro está, de las numerosas ocasiones en que Nuestra Madre, debido al inmenso fervor popular, era traída hasta Lucena para la celebración de rogativas.


















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