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lunes, 26 de mayo de 2014

Los charcos sobre la Mezquita


Polémica. El exabrupto del consejero de Educación en el Parlamento andaluz es una muestra más de que el monumento se ha convertido en arma arrojadiza en el campo de la política.

El consejero de Educación, Cultura y Deporte, Luciano Alonso, se ha metido el solito en un berenjenal del que le va a costar trabajo salir. Por si alguien todavía no se ha enterado, el otrora responsable de Turismo de la Junta de Andalucía dijo esta semana en una comisión en el Parlamento andaluz que el uso y gestión de la Mezquita Catedral de Córdoba es responsable en parte del problema de la baja pernoctación que arrastra la ciudad y que "habría mucho que decir" sobre cómo se explota este monumento, el principal atractivo de la capital, su símbolo más importante y el que arrastra cada año a miles de personas de todo el mundo a Córdoba. En resumidas cuentas, el consejero vino a decir que el papel del Cabildo Catedralicio -responsable del inmueble- está detrás de uno de los males que históricamente arrastra la ciudad, como es que los turistas se hospeden más días. 


Lo de Alonso es un exabrupto en toda regla y, además, torpe. Porque lo que son las cosas, sólo 24 horas después de sus comentarios el Instituto Nacional de Estadística (INE) hizo públicos sus datos de coyuntura hotelera, que dejan a Córdoba en una magnífica situación, tanto en el mes de abril como en el acumulado de lo que va de año. Pero hasta eso da igual. Habría que analizar qué esta pasando con la Mezquita-Catedral de Córdoba, porque parece que se ha convertido en el arma arrojadiza de algunos no se sabe muy bien para qué. Y no me refiero a los colectivos que, en su legítimo derecho, reivindiquen que el monumento sea de titularidad pública, privada o mediopensionista, sino a partidos políticos que forman parte de un gobierno, el andaluz, que parece que se está metiendo cada día en un charco más profundo en cuanto a este histórico edificio. 

En el caso específico del consejero, el hombre tuvo que aguantar encima duras críticas tanto del Ayuntamiento, como del Cabildo o del propio sector turístico, porque no es que uno de sus departamentos, el de Cultura, pueda presumir mucho sobre su aportación para que los visitantes se acerquen a Córdoba. 

Uno quiere pensar que toda la polémica que la Junta y el PSOE e IU están generando es fruto de esa enajenación electoral que ataca a todos los partidos en cuanto huelen a urna. Tampoco me olvido del PP, que aunque no es el que ha echado la leña al fuego, ha aprovechado la coyuntura igualmente para sumarse al debate y el enfrentamiento. Hoy se celebran las elecciones al Parlamento Europeo y sería deseable que toda esa carnaza que algunas instituciones y los partidos políticos han sacado en estas últimas semanas pase a un segundo plano. Porque ya está bien, porque en su ansia de querer presentarse ante la sociedad como los más de lo más -bien de la izquierda, de la progresía o incluso de lo liberal- a quien de verdad se está perjudicando es a la ciudad, a la que no le conviene que nuestros políticos echen tierra -sin querer se supone- sobre un emblema de Córdoba, el turístico, que da de comer por cierto a miles de familias. 

Pero que, además, con la situación tan complicada que están pasando millones de ciudadanos haya quienes pierdan su tiempo con este asunto es de una irresponsabilidad mayúscula y mucho más si quien alienta eso es un gobierno autonómico como el andaluz. Y eso no quiere decir que no haya que debatir determinadas cuestiones, como la titularidad de un patrimonio como la Mezquita u otros asuntos. O que haya que redefinir determinadas acciones con el Cabildo Catedralicio, dueño por el momento del inmueble y que también en su momento dio pie a debates un tanto absurdos y caprichosos. Que aunque suene raro viniendo de un periodista como servidor, en ocasiones es necesaria discreción y sentarse a negociar con paciencia, pensando en el interés general y arrinconando la tentación de adquirir notoriedad pública por determinados gestos que alguien piense que le benefician. 

Lo dicho. La campaña electoral ha terminado. Los resultados electorales de esta noche darán para mucho juego a buen seguro, así que confiemos en que el asunto de la Mezquita quede atrás por un tiempo, al menos en el nivel en el que lo han situado muchos dirigentes y responsables políticos, de la Junta de Andalucía y de otras instituciones. Por el bien de Córdoba, que dejen de meterse en charcos profundos como el otro día hizo el consejero Luciano Alonso. Y si lo hacen, hagan caso al sabio refranero popular, que dice que cuando un se adentra en un lodazal es conveniente hacerlo con katiuscas. Por si acaso.









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