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miércoles, 11 de junio de 2014

De capataces y costaleros: Historia de un oficio (V)



En 1921 se estrenó un nuevo paso para Nuestro Padre Jesús Caído, siendo el capataz José González Molina. La cuadrilla que portaba dicha imagen estaba compuesta en aquellos años, exclusivamente, por piconeros del barrio de Santa Marina, vinculados originariamente a la Hermandad del Resucitado, pero que será precisamente bajo las andas del titular de la imagen del convento de San Cayetano donde adquieran su mayor renombre y fama.

En la cuadrilla de González Molina trabajaba como cargador (recordamos que el término costalero lo comienza a utilizar en Córdoba Gálvez Galocha, precisamente por su origen sevillano) Manuel Gallegos Pérez, trabajador del campo, piconero y hombre de confianza de González Molina, llegando a ocupar el puesto de costalero de confianza y posteriormente el de capataz.

¿Pero quiénes eran estas personas? ¿Qué vinculación tenían con las cofradías? ¿Cómo era su día a día? Según consta en su DNI, Manuel Gallegos Pérez nació en Córdoba un 24 de diciembre de 1874, siendo su profesión, como ya se ha indicado, la de trabajador del Campo.




Cuando en 1921 se estrena el paso de Nuestro Padre Jesús Caído, siendo su capataz José González Molina, como ya se ha explicado, Manuel Gallegos Pérez contaba con 46 años, lo que da muestras de la robustez física de estas personas. Su trabajo como piconero consistía en subir a Sierra Morena para fabricar picón, usado hasta no hace muchas décadas para calentar los hogares. Este combustible vegetal se fabricaba principalmente con ramas de encima, quemándolas durante varias horas y apagándolas con agua de manera brusca. Tras su secado el picón era metido en sacos y transportados a Córdoba a lomos de borricos guiados por los propios piconeros.

 
La mayoría de estos trabajadores vivían en los barrios de Santa Marina y San Lorenzo, utilizando mayoritariamente la Puerta del Colodro para salir al campo. Esta ruta diaria es la responsable de su histórica vinculación con las hermandades de Nuestro Padre Jesús Caído y Jesús Resucitado, ambas "en el camino" hacia el campo.

Manuel Gallegos Pérez mantuvo su relación con la Semana Santa de Córdoba y las labores de carga a través de dicha cuadrilla de piconeros y de su consuegro, Rafael Sáez Sánchez, costalero de la cuadrilla del Santísimo Cristo de Gracia y Nuestra Señora de los Dolores. A su vez Sáez Sánchez trabajaba para las bodegas Pérez Barquero, estando por tanto igualmente vinculado con el mundo agrario.

Ambos quedaron unidos familiarmente a través de Antonio Sáez Pozuelo, hijo de Rafael Sáez Sánchez y yerno de Manuel Gallegos Pérez, pudiendo verlos a los tres en la simpática foto que se muestra al inicio de este artículo, durante un día de campo presumiblemente a principios de la década de 1930. o en la siguiente, junto con Rafael Sáez Gallegos, nieto de los dos primeros e hijo de último.

Junto a ellos solían trabajar primos, sobrinos o cuñados, hoy tan sólo recordados por la propia familia, pero que llegaron a componer una parte importante de la cuadrilla de los Sáez.

Adicionalmente a las hermandades ya mencionadas (Dolores, Cristo de Gracia y Caído), Antonio Sáez Pozuelo llegó a participar en la procesión del Viernes Santo de 1936 bajo Nuestra Señora de las Angustias, hecho del que siempre se sintió muy orgulloso y cuyo origen hay que buscarlo en el Jueves Santo 2 de abril de 1931. Al finalizar la procesión de Nuestro Padre Jesús Caído la hermandad solía invitar a un medio de vino a la cuadrilla en una antigua taberna que por entonces existía frente a la Piedra Escrita, momento en el que alguien entró explicando que el paso de Nuestra Señora de las Angustias iba mal de fuerzas y que necesitaba ayuda. Muchos de los piconeros salieron en su ayuda, encontrándose el paso a la altura de la Reja de Don Gome (su itinerario fue: San Agustín, Reja de Don Gome, Santa Isabel, Isabel Losa, Puerta del Rincón, Avenida de Canalejas, Gran Capitán, Gondomar, Diego León, Alfonso XIII, García Lovera, Claudio Marcelo, Ayuntamiento, San Pablo, Realejo, Isaac Peral, Arroyo de San Andrés, Muñoz Capilla, Reja de Don Gome a su iglesia). De aquel "hermanamiento" se mantuvo la relación que llevó a algunos miembros de la cuadrilla de los piconeros, como Antonio Sáez Pozuelo, formar parte de la cuadrilla de Nuestra Señora de las Angustias en 1936.

Sin embargo y a pesar de llegar a ocupar Gallegos Pérez el puesto de capataz en el paso de Jesús Caído, será su yerno Antonio Sáez Pozuelo "El Tarta" quien organice la primera cuadrilla propia en 1939. Hasta entonces, e incluso durante algunos años durante los años 40, Antonio Sáez Pozuelo seguirá perteneciendo a las cuadrillas del Caído así como a las de Francisco Castro "El Sacristán" bajo el Huerto, La Esperanza o el Mayor Dolor en su estreno en 1945.

Pero, ¿cómo se organiza esta cuadrilla?

David Simón Pinto Sáez

 


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