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miércoles, 18 de junio de 2014

De capataces y costaleros: Historia de un oficio (VI)


Durante aquellos años Antonio Sáez Pozuelo encontró un nuevo trabajo en los Almacenes de coloniales Porras Rubio, posteriormente denominados Almacenes Jurado, almacén al por mayor encargada de la recogida de mercancía proveniente de los pueblos en la estación de ferrocarril de Córdoba para su reparto por los comercios de la capital. Paralelamente también enviaba mercancías a los pueblos contratando vagones enteros o enviando bultos según las necesidades; lo que se denominaba "expediciones".

El trabajo de Antonio Sáez Pozuelo en Porras Rubio consistía en organizar al personal, faeneros, así como ir con cuadrillas de 4 o 5 hombres al campo para comprar patatas y otras mercancías. En las mismas plantaciones se pesaban con romanas, se embalaban y se enviaban a Córdoba en ferrocarril. Para los desplazamientos utilizaban un caminón de 300 kg propiedad del Sr. Villalba, quien poseía una flota de entre 3 y 4 camiones; por cierto, vivía en la zona del Brillante donde actualmente se encuentra el restaurante Dyno's. Una vez en Córdoba, se clasificaba la mercancía y se volvía a repartir entre los comercios de la ciudad o los pueblos cercanos.

Esta labor profesional hacía a Antonio Sáez Pozuelo estar en contacto con los faeneros de la sección de carga y descarga de la Lonja de Córdoba, a quienes contrataba para las tareas descritas anteriormente.

Llegado el año 1938 el primer hermano mayor de la Hermandad del Descendimiento, el terrateniente Emilio Salinas, cuenta con Antonio Sáez Pozuelo para hacerse cargo de por entonces su único paso en su primera salida procesional. La decisión viene motivada por el conocimiento que Salinas tiene del trabajo de Sáez Pozuelo al frente de cuadrillas de faeneros, así como su cargo de capataz de la cuadrilla de faeneros de Nuestro Padre Jesús Caído. El Tarta acepta el cargo creando su primera cuadrilla de faeneros, de la que participaron su padre, su suegro, sus hermanos Juan y Miguel (que sólo trabajaron en los pasos en los que Antonio Sáez Pozuelo fue capataz) así como diversos faeneros de su confianza "profesional", y cuyas edades llegaban a sobrepasar incluso los 60 años.

Aquella primera cuadrilla se compuso de 20 hombres (cinco trabajaderas con cuatro hombres por cada una), los cuales trabajaban sin  refrescos. Debemos tener en cuenta que las condiciones laborales eran infinitamente más duras que las cofrades, estando acostumbrados estos hombres a mover sacos de entre 50 y 60 kilos. Tampoco se trabajaba en Córdoba con contraguías, figura que comenzó a verse en la Hermandad de la Buena Muerte, influenciada tal vez por sus orígenes sevillanos, así como en el palio de las Lágrimas de la Hermandad de la Misericordia.

De esta manera, y a lo largo de los años, Antonio Sáez Pozuelo conformó, junto a sus hijos Rafael, Antonio y Manuel Sáez Gallegos, una cuadrilla de más de 90 hombres, habiendo estado al frente de los siguientes pasos: Huerto, Candelaria, Amor, Penas de Santiago, Borriquita, Caridad, Rescatado, Amargura, Sentencia, Prendimiento, Piedad, Calvario, Mayor Dolor, Misericordia, Lágrimas, Descendimiento, Buena Muerte, Reina de los Mártires y Sepulcro, así como los pasos de Gloria del Socorro, Virgen de la Cabeza, Corazón de Jesús de San Hipólito y la Custodia de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba.

Las cuadrillas estaban completamente cerradas, guardándose el hueco a aquellos faeneros que por algún motivo no pudieran salir un año (si se tenía la certeza de ser algo temporal) e incluso repartiéndole su parte aún cuando no hubiera podido participar. Y es que debemos tener presente que dichas cuadrillas estaban compuestas en su mayor parte por padres e hijos que compartían faena durante todo el año, recuperándose en cierta medida el antiguo espíritu gremial que tantas hermandades fundó por toda Andalucía. De hecho cuando las bajas eran definitivas solían ser los propios faeneros los que proponían nombres para cubrirla, de entre los faeneros que formaban parte de las cuadrillas den la Lonja, lo cual debía ser aceptado por el propio capataz.

Los planes de estabilización económica de 1959 provocaron algunas salidas de faeneros de Córdoba hacia Cataluña. Éstos, en su mayoría, solían ponerse en contacto con los capataces durante las semanas previas a la Semana Santa para confirmar su participación, lo que, aún cuando cobraban por su labor como faenero bajo los pasos, solía costarles el dinero si tener en cuenta los días que dejaban de trabajar, el transporte e incluso el hospedaje en una ciudad en la que ya no mantenían residencia abierta.

David Simón Pinto Sáez





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