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viernes, 27 de junio de 2014

De capataces y costaleros: Historia de un oficio (VII)



Las condiciones en las que se trabajaba eran, evidentemente, muy diferentes a las de hoy en día. Tras terminar la jornada laboral muchos de ellos, los que vivían más lejanos, se iban directamente a la iglesia desde donde se trabajaba dicho día. Y al finalizar la jornada, normalmente mucho más tardías que en la actualidad, la mayoría de los faeneros no disponían de tiempo suficiente para ir a casa a ducharse o descansar, por lo que regresaban directamente a la Lonja para intentar dormir sobre los sacos antes de comenzar de nuevo la jornada sobre las 6 de la mañana.

En 1942 el salario medio de un obrero en España era de 3.000 pesetas, lo que suponía unas 250 pesetas al mes o menos de 11 pesetas al día. Gracias a las amabilidad de Emilio León, hermano mayor de la Hermandad de la Caridad, hemos podido recuperar un "recibí" de 700 pesetas firmado por Antonio Sáez Pozuelo el 7 de abril de 1941.

Este recibí es especialmente curioso, llamándonos poderosamente la atención el hecho casi olvidado de que la Hermandad de la Caridad procesionó durante varios años el Domingo de Ramos por la tarde. El hermano mayor de la Hermandad de la Caridad era don José Mollejas, dueño de la Ferretería La Campana, con quien se estableció un salario de 25 pesetas por faenero; más del doble del salario medio por una jornada laboral en España. A ello habría que añadir la gratificación para el correspondiente medio de vino, que como vemos en este contrato ascendía a 50 pesetas, y que por el importe debía cubrir como mínimo dos rondas; trataremos este asunto más adelante.

El número de jornales se establecía en 26 pues el primer paso de la Caridad calzaba 25 hombres dispuestos en cinco trabajaderas menos el hueco de la cruz. lo que hacía un total de 24. Número al que en los primeros años se sumaba el jornal del pertiguero y el capataz, el cual curiosamente cobraba lo mismo que los faeneros; durante muchos años Antonio Sáez Pozuelo así lo entendía.


Sin embargo las labores del faenero no terminaban con la salida, sino que para muchas hermandades se hacían labores de montajes de cultos, desmontajes e incluso traslado de las andas a la iglesia y de regreso. Para estas labores el capataz tenía un grupo de faeneros de confianza, de entre 10 y 12 personas para los traslados y alguno menos para los montajes y desmontajes de cultos, debiendo añadirse una cantidad adicional por dichas labores.

Continuando con la misma hermandad, comprobamos que el mismo día Antonio Sáez Pozuelo firmó un recibí por 90 pesetas en concepto de gratificación con motivo de los trabajos realizados en el Quinario de dicho año. Si pensamos que en dichas tareas pudieron colaborar unas 9 personas, sumarían 10 pesetas adicionales, que sumadas a las 25 anteriores elevaría la cifra total (sin contar con lo que se pudiera haber cobrado por el traslado de las andas a la iglesia) a 35 pesetas; o lo equivalente a casi 3 días de trabajo.

Haciendo una cuenta rápida y teniendo en cuenta que la cuadrilla de los Sáez estuvo al frente de pasos durante todos los días de la Semana Santa, un faenero podría haber ganado durante dicha semana unas 200 pesetas. ¡Casi el importe medio correspondiente a un mes de trabajo!

David Simón Pinto Sáez

 



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