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domingo, 8 de junio de 2014

Doñana: "El Rocío no se explica, se vive"



Ni toda una vida dedicada al sacerdocio ni el hecho de haber vivido infinidad de rocíos mitiga el brillo en los ojos de Antonio Cepeda cuando imagina la próxima Romería de Pentecostés, oficiando, en el Alto del Molinillo, la Misa de Romeros. Su pedigrí como rociero data desde su niñez en La Palma del Condado, de donde es oriundo. Tras su paso como seminarista en Huelva y por el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla, Cepeda comenzó a ejercer el sacerdocio en la Diócesis de Huelva.

Veintisiete años han pasado desde que un joven e inexperto prelado aterrizase en Corteconcepción, de donde pasó a Rosal de la Frontera, hasta que en el año 1992 aterrizó en Almonte como vicario provincial, una experiencia que le sirvió para vivir desde dentro la devoción que el pueblo marismeño le procesa a su Patrona. Tras su paso por Calañas, donde estuvo destinado ocho años y posteriormente otros seis en Rociana del Condado, la repentina muerte de don José le trajo de regreso a Almonte.

Pregunta (P): Será su primera romería como rector del santuario del Rocío y director espiritual de la Hermandad Matriz de Almonte. ¿Cómo espera vivir esta experiencia?

Respuesta (R): Profundamente y al servicio de la Virgen y del santuario, aunque he de decir que esta experiencia no es nueva para mí (ejerció como vicario parroquial en Almonte) Sin embargo, sí es la primera vez que ejerceré como párroco en el Rocío. En cualquier caso, este año me encuentro más limitado, pero eso no me impedirá vivir este rocío con ilusión y con entrega para servir a la Virgen y al pueblo de Almonte, desde mi campo como párroco.

(P): ¿Cuáles son sus primeros vínculos con esta devoción mariana?

(R): Se remontan a mi niñez. Como palmerino de nacimiento, el Rocío se vive con gran intensidad. La Palma es un pueblo muy mariano donde existen dos fuertes devociones a la Virgen: la del Valle y, desde hace siglos, a la del Rocío. Recuerdo aquellos rocíos de antaño cuando la imagen salía al amanecer.


(P): ¿Qué siente un siervo de Dios cuando a hombros de sus parroquianos el Lunes de Pentecostés le reza una salve a la Virgen del Rocío?

(R): Son momentos en los que la salve hace florecer pedir por alguien que conoces y que vive en el sufrimiento y el dolor, o que lo está pasado mal. Cada salve a la Virgen, en hombros de los almonteños, se hace plegaria y oración.

(P): ¿Qué sintió cuando le comunicaron que abandonaba la parroquia de Rociana para tomar las riendas del pueblo hermano?

(R): Un gran vuelco del corazón, un escalofrío por todo el cuerpo. De un lado, me dolía tener que dejar la parroquia de Rociana; por la otra, un gran temor, por la gran responsabilidad que tendría que asumir, aun conociendo la parroquia de destino. En este sentido, puedo decir que era consciente de lo que tenía delante de mí, si bien sólo recuerdo que mi pensamiento se fue hacia la Virgen del Rocío; después me puse a disposición del señor obispo, don José Vilaplana

(P): ¿Cómo explicaría a un profano qué es El Rocío?

-Explicar no le explicaría nada, pero si le invitaría: ven y verás. Ha de ser la persona quien ha de buscar para encontrar y entender. Por mucho que se quiera explicar, la disponibilidad de acoger y querer entender siempre dependerá del otro. Pero cuando se invita, se ayuda a que el otro decida y abra su corazón.

(P): ¿El traslado ha demostrado que la devoción a la Pastora va más allá de la romería. ¿Cree que esa visión desvirtuada que tenían algunos cristianos responde a una falta de pedagogía?

(R): Más que una visión desvirtuada, diría que es un desconocimiento de la globalidad del fenómeno rociero en cuanto a un hecho religioso que tiene su espiritualidad y que se manifiesta de esta forma concreta, que ha permanecido a lo largo de siglos a pesar de las oposiciones que ha tenido siempre desde diversos sectores. Los que estamos dentro de la espiritualidad rociera sabemos muy bien lo que significa y ha significado la presencia de la Virgen en la parroquia de Almonte en un Año Jubilar. De dónde, pues, esta visión no correspondida a la realidad, no lo se, que cada cual se pregunte cuál es la visión que quiere tener o transmiti

(P): Este año una mujer africana llevará a la Hermandad de Chucena hasta la aldea. ¿Qué representa este hecho dentro de la universalidad de esta devoción?

(R): Pues que no hay fronteras para la misión evangelizadora, de la que la Virgen es la primera en llevar y hacer presente a Jesucristo en medio de los hombres. La devoción a la Virgen del Rocío tampoco tiene fronteras. Pero, además, demuestra que poco a poco otros son quienes van tomando protagonismo en esta devoción.

(P): El papa Francisco parece abrir la puerta al matrimonio de los curas, ¿qué opinión le merecen los cambios tan profundos que esta introduciendo su santidad?

(R): Este tema, que yo recuerde, siempre ha estado presente en la Iglesia. No es dogma de fe, ya lo sabemos desde siempre. No entiendo el por qué ese énfasis ahora en la opinión pública. No creo que este tema sea la respuesta a la falta de sacerdotes en la Iglesia, aunque sí sería una respuesta al sufrimiento de tantos sacerdotes que obligadamente tuvieron que renunciar. La Iglesia necesita renovarse, siempre lo ha hecho, para dar respuesta a los problemas y sufrimientos del hombre de cada tiempo.

(P): ¿Qué ha supuesto para la Iglesia un hombre con ideas tan rompedoras?

(R): Hay una cosa clara: fue elegido para ello. Quienes lo votaron sabían muy bien de quién se trataba. El Espíritu Santo habla de esta forma. Y él ha sido elegido por este Espíritu para esta tarea y esta misión en este momento y para este tiempo. El Espíritu Santo a través del papa Francisco esta zarandeando a la Iglesia para que no se duerma ni se acobarde.

(P): ¿Qué dotes ha de tener un buen sacerdote?

(R): Que sea un hombre de Dios. El sacerdote no es alguien especial, sino un hombre entre los hombre elegidos por el Señor para hacer presente el amor de Dios. Por eso ha de ser un hombre de Dios y un hombre para los demás. Hombre de oración íntima con el Señor y de profunda raíz humana.

(P): ¿Qué recuerdos mantiene de José García cuando usted estuvo de vicario en Almonte?

(R): Los recuerdos que tengo de don José sólo son de haberlo tratado, pues mi etapa como vicario parroquial no coincidió con su etapa como párroco local. En cualquier caso, puedo decir que era un hombre entregado a su ministerio sacerdotal, lo vivió como un servicio a Dios y los demás. Un siervo de Dios que entregó su vida hasta el final; es decir, murió con las botas puestas, hasta el final.





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