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miércoles, 18 de junio de 2014

Pauta Musical: Virgen de la Cabeza de Pedro Morales Muñoz


D. Pedro Morales Muñoz compone esta marcha en el año 1991, presentándola al concurso de marchas procesionales organizado por la Fundación Sevillana Electricidad ese mismo año, y con la que obtuvo la plaza de finalista. Junto con ésta, también escribió, obteniendo el segundo premio (el primero recaló en "La Quinta Angustia" de F. Grau), "La Soledad", marcha que se incardina en el mismo estilo de "Virgen de la Cabeza".

Así pues, "Virgen de la Cabeza" es un magnífico ejemplo de marcha procesional seria y solemne, entre las mejores de la producción musical de D. Pedro, donde descolla una profunda técnica musical y un resultado armónico sugerente. Al igual que ocurre con "Juan Jesús" (1998) su autor utiliza una instrumentación que confiere un cierto carácter sinfónico a la pieza, como el ejemplo de los timbales durante diferentes partes de la obra.

Aunque la marcha parece ser que se dedicó a la titular de la Hermandad de las Siete Palabras de Sevilla, de hecho en el disco de oro de Pedro Morales de la Banda de Música "Santa Ana" de Dos Hermanas así se señala, lo cierto es que el principio destaca por un marcado cariz descriptivo, sustentado este argumento en el hecho de que el tema introductorio de la obra es una recreación, por parte del Maestro Morales, del Cerro del Cabezo, sito en Andújar (Jaén), donde se venera la antiquísima talla de la Virgen de la Cabeza, la romería más antigua de Andalucía.

Se inicia la marcha en do menor a través de una introducción que se divide en dos frases de ocho compases cada una. La primera comienza en registro grave y dinámica piano, simbolizando el amanecer en la ermita del Cerro del Cabezo y la llegada progresiva del pueblo al enclave para celebrar la romería y su correspondiente procesión; tras unas notas en apoyatura, se experimenta un crescendo momentáneo mientras que se conjuga el sonido metafórico de las trompetas y los timbales. Una vez que se repite este mismo esquema, tiene lugar la segunda frase contrastándose el fuerte de los primeros compases con la dulzura de las maderas. Finalmente esta introducción fenece con unos staccatos que a través de su expresión picada pretenden simbolizar, de forma magistral, los saltitos que los devotos de la Virgen de la Cabeza realizan de rodillas para subir las escaleras y llegar a la ermita.

Se expone el primer tema a través de dieciséis compases, que se repiten en forma de variación y adiciones instrumentales. Después se sucede el segundo tema, continuación del anterior, terminando con una breve reexposición del motivo principal del tema anterior. El trío final, donde se modula a mi bemol mayor, guarda una exquisita elegancia a través de un desarrollo melódico preciosista que aparece caracterizado por el gimoteo sutil de la flauta en la primera vez que se realiza, mientas que en la repetición la banda entra en un tutti fuerte de júbilo y explosión exuberante. Concluye la marcha de forma contundente.

Una pieza musical que sorprende por el inicio efectista, en el que subyace toda una intencionalidad por parte del autor, inundado en este caso por una elevada inspiración que se encuentra fraguada a través de su experiencia personal con la Virgen de la Cabeza de Andújar, localidad cercana a su pueblo natal, Lopera. Sin duda, "Virgen de la Cabeza" es una de las marchas de corte lento que impresionan por su concepción estructural y embaucadora melodía. Una piedra angular del legado de este insigne compositor, que por desgracia no suena todo lo que nos gustaría.

Mateo Olaya Marín







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