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jueves, 31 de julio de 2014

El Suspiro del Ángel... Lloran los clarines


El querubín anda divertido tarareando Perdona a tu pueblo, La Pasión y Ahí queó. Le suenan trompetas y cornetas a gloria derramada. Ve los contratos flotar desde su hermosa atalaya y piensa en el sentido de la vida y en las cosas verdaderamente importantes para los cofrades, olvidando fe, esperanza y caridad.

Lloran los clarines en el cielo y su llanto se derrama en un barrio que huele a Lunes Santo. Lágrimas de contratos que se evaporan y los convierten en emigrantes forzosos a otros pueblos donde les den cobijo y amparo, mientras suspiran en el bus que los aleja de Córdoba, y Córdoba suspira porque regresen a donde estuvieron.

Resuenan esos clarines por la ciudad que vio morir, de Purísima y oro, al torero y que ahora para los cofrades y para el Ángel está más de moda que la misma Jerusalén celeste de las Escrituras.

Suspira el Ángel porque vaticina más llantos de clarín que los de Abel Moreno entre bandas de música cuya afinación es más hosca cada día y bandas de cornetas cuya moda decrece en favor de las que le fueron quitando el sitio que, quién sabe, si alguna vez tuvieron.

Llora el Ángel, de risa, al ver que los hombres se empeñan en no darse cuenta de lo efímero que es todo.

Joaquín de Sierra i Fabra









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