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martes, 1 de julio de 2014

La Chicotá de Nandel: Pregoneros sin pregón


Acaban pasando los años, y nos encontramos quizá, donde ya no hay sitio más que para la memoria. El viaje que te hace viajero que explora en su mente el pasado, los años buenos quizá si entendemos por pasado unos años que ahora no se viven, que gustaría vivir, cosas que nos quedaron en el tintero, que no realizamos, que no vivimos y lo peor, no luchamos lo suficiente por obtener.


Pasan los años y al mirar atrás, quedan muchas cuentas pendientes con el espectador de nuestras vidas, o el apuntador, o el justiciero, ese que siempre estuvo ahí pendiente para dar el guadañazo padre a nuestras cabezas en el fallo, y desapareció como polvo en un día de brisa cuando la tecla que tocaste fue certera.

Pasan los años, y entre tantas cosas que digamos, pueden catalogarse de flagrante injusticia, el ver a personas con muchas cosas dentro, con grandísimas ideas que aportar aún, se pasa el tiempo y algunos, para que esas ideas no se pierdan (pues piensan que son útiles), las vociferan por lugares en los que no son escuchados, quizá, no es el foro adecuado, pero como a un buen pregonero no elegido, ven que sus ideas se irán con ellos, que nadie las convertirá en realidad, ideas que nunca serán realidades, poemas que nadie nunca podrá leer.

Y así, así se ve muchas veces al pregonero sin Pregón, con su voz presta, aunque incluso él no lo sepa, con su traje planchado, aunque ni imagine que puede él ser el principal protagonista en décadas y décadas que llevaran en el recuerdo su Pregón, el que quizá nunca pensó en escribir, pero que lo lleva grabado en su palabra diaria, ese que todos siempre, cuando lo escuchamos, cuando lo vimos, supimos podríamos haber tenido para guardar en la historia pero nunca nadie se dio cuenta, o directamente, nunca nadie quiso que se pronunciara. Ellos, como todos, los que eligen, también sabían que se perdía aquel Pregón, el de aquel pregonero.

Le preguntaban un día en una entrevista a Pascual González, para mí, como para muchos, que hasta plataformas de apoyo a la idea han creado en redes sociales como Facebook, es y será, el pregonero sin Pregón de la Semana Santa de Sevilla:


  • ¿Será algún día Pregonero?
  • El pueblo quiere que yo lo sea pero las propias directrices de este evento ya están cansadas de escuchar mi nombre. Me siento pregonero del pueblo porque, con nuestros temas cofrades, toda España canta eso de “El puente te esta esperando”, “Capataz”, “Jesús Preso”… Todos los sevillanos tienen escrito un pregón en su cabeza pero yo no necesito tener un borrador en el bolsillo. El mío seria muy sevillano, como yo. Adoro a todo el que escribe letras sin saber, al que entona una saeta aunque no cante bien o pinta una imagen como puede, porque todo eso sale desde el amor.


En Córdoba tienen aún tiempo algunos, sus amigos algún día les harán pregoneros, no sufran. Me viene a la mente un señor que da clases de nada, con su amigo... ¿el periodista?, ese que afirmaba que este Blog estaba hecho a mi medida para no sé qué fin que él en solitario había conseguido descifrar. Es raro, que sin conocerme, sepa perfectamente para qué se hizo este Blog, y cuáles son mis intenciones semanales en mi artículo de opinión. Pero lo que sí tengo claro, amigo que cada Martes me lees, es que si algún día te dan un Pregón, nunca será tan tuyo como el que otros hicieron, ya que tú, tendrás tus papeles manchados por tinta de otros que tendrán que poner su borrón, o al menos, hablarás de lo que a ellos les guste, que son los que te han elegido.

En Córdoba, a parte de este gran “Señor” sacado del libro “entendidos de todo”, menos de lo esencial que es el sentimiento que profesamos algunos a la Semana Santa, no es que tenga que ser un pregonero sin Pregón, es que simplemente, no es más que un busca vidas oportunista buscando su lugar en un listado de pregoneros insignes. Que no todos lo son, no todos pueden poner su nombre en una lista junto al de Fray Ricardo de Córdoba y pensar que valen lo mismo, ni su persona, ni su literatura. Quizá cuando vean su nombre, se acuerden del amigo que se tiró al barro para que su nombre allí apareciera, sufriendo todos su nombramiento, que al fin y al cabo, somos los que esperamos que al menos se nos regale un buen Pregón en años que puede sean malos en lo cofrade para nuestra persona.

Luego pasa lo que pasa, y nombramos pregoneros de fuera, que leen cosas que ya sabemos y las cuentan como si nos leyeran la fórmula de la Coca-Cola, vociferan incluso desde el atril, como si tuviéramos que estar atentos a algo que es tan nuestro que no ha entendido el pregonero que hasta nos insulta haciéndo de descubridor.

Luego pasa lo que pasa, y algunos... Algún día puede que monten en el escenario a Pastora Soler, ya que no está Juanita Reina, o a Joaquín Cortés, que para eso es cordobés. Pero nunca llenarán ni el escenario como pregoneros, ni por supuesto, los que lo eligieron podrán calmar sus conciencias.

Pero si me duele la figura del pregonero sin Pregón, es especialmente para el chaval joven. Ese que opta por su edad a un “Pregón de Juventud” en nuestra ciudad, como yo nunca opté y me lo dieron y, como a otros que optaron y lo consiguieron.

Se le van los años, a este sí que le pusieron, aparte de candado para sacar en un atril su magia, fecha de caducidad, ya que no vas a dar un Pregón de Juventud con cuarenta años.

Amigo (y tengo muchísimos que sacarían brillo a la palabra Pregonero y a la Semana Santa), te quedarás con las ganas. Siempre hay quien decide, aunque me queda al menos la pequeña opción de soñar con las cosas bien hechas, la persona que ostenta el cargo de guía para la Juventud en nuestra Agrupación de Cofradías, aparte de gusto, tiene buena balanza para los sentidos, otra cosa, y ahí se me rompe el sueño, es que agrade por ejemplo que Eduardo Palomino, luchador por y para la juventud dentro y fuera de la Agrupación, pueda dar algún día a esa juventud, como ya lo hiciera en exaltaciones pasadas, un Pregón con el que les abra nuevas miras en mente y corazón, un Pregón que pasados los años, les sirva para recordar lo que esa palabra significa, Pregón, y ya no sean niños y se encuentren con el amigo de un periodista cualquiera juntando letras en el Gran Teatro.

Se oxida ya el candado que guarda ese Pregón, siguen a mi forma de ver día a día tensas las cadenas que amarran los sentimientos que pueden ser narrados e interpretados por su dueño... Muere la narrativa y la prosa, el verso cofrade una vez más... Eduardo, quizá, seas otro pregonero, que se quede sin Pregón.

Fernando Blancas Muñoz














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