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jueves, 3 de julio de 2014

La cofradía bielorrusa no se da por vencida


Este viernes, casi de madrugada, llegó a Sevilla el segundo contingente de niños bielorrusos que han viajado a Sevilla para escapar durante mes y medio de la radioactividad que envenena la zona de Chernobil desde la catástrofe de 1986, cuando la explosión de un reactor nuclear cambió de forma radical la vida de millones de personas en este país de la Europa del Este. En total, serán 176 los pequeños que, acompañados de diez monitoras bielorrusas, podrán participar este verano en el programa de acogida y saneamiento que puso en marcha en el año 2001 la hermandad del Cachorro y en el que en esta edición se involucran una veintena de cofradías, asociaciones y grupos parroquiales.


Con edades comprendidas entre los 7 y los 17 años, la embajada bielorrusa que recala entre el jueves y viernes en Sevilla ha vuelto a sufrir este año una merma significativa en su número. El año pasado, sin ir más lejos, la Confederación de San Cirilo y Metodio, que reúne a las hermandades y asociaciones participantes en este gran proyecto social, logró movilizar a 228 familias de acogida para otros tantos niños, mientras que en 2012 los tramos de niños rubios y mirada azul sumaron unos 302 efectivos.

Muy atrás quedan ya años tan exitosos como el de 2009, cuando se organizó la expedición más nutrida –un total de 738 niños– de cuantas han promovido las hermandades desde que en el año 2001 la hermadad del Cachorro iniciara este programa de acogida trayendo a los primeros 25 pequeños. En un intervalo de apenas cinco años, pues, el número de niños beneficiarios de esta programa ha caído estrepitosamente: ahora solo llega uno de cuatro niños.

El presidente de la Confederación de los santos Cirilo y Metodio y ex hermano mayor de Monte-Sión, Rafael Buzón, asiste con preocupación al notable descenso en el número de niños que de unos años a esta parte sufre este programa. A su juicio, en este “importante bajón” no sólo influyen las circunstancias derivadas de la crisis económica, sino también la decisión de las familias de acogida de no repetir con otro niños una vez que el pequeño o la pequeña que han adoptado durante varios veranos cumple la mayoría de edad, circunstancia que hace inviable su continuidad en este programa.

A ello, explica Buzón, se suma el hecho de que «la Junta de Andalucía no te permita convertirte en padres de acogida una vez sobrepasados los 65 años de edad». Este año son 19 las hermandades y asociaciones implicadas en este programa –15 de ellas son cofradías de penitencia de la capital–, un largo listado en el que en esta edición ha causado baja la hermandad de la Paz.

Durante su estancia en tierras sevillanas, que se prolongará hasta el 7 de agosto, los pequeños respiran aire puro y comen de forma sana lo que, según la Organización Mundial de la Salud, les permite acrecentar su esparanza de vida entre un año y medio y dos años. Además, en este mes y medio realizan algunas actividades comunes, como una excursión a la playa de la Victoria de Cádiz (2 de julio) y una jornada de juegos y esparcimiento en el Club de Campo (24 de julio), institución que cede sus instalaciones de manera altruista. Como gesto de bienvenida a los pequeños, el próximo 7 de julio se celebrará en la Basílica de María Auxiliadora un acto ecuménico que será oficiado por un sacerdote católico y un archimandrita (sacerdote ortodoxo).

Los niños, procedentes de Minsk, llegan entre el jueves y viernes de forma escalonada a Sevilla en dos vuelos, acompañados de sus monitoras. Este jueves recaló en el aeropuerto de San Pablo el contingente más numeroso: un total de 140 niños y ocho monitoras llegados en un vuelo chárter. La madrugada del sábado está prevista la llegada de 36 niños y dos monitoras en un viaje más tortuosos: Minsk-Paris-Madrid en vuelo reglar, y desde la capital de España hasta Sevilla en autobús. Buzón resalta además la colaboración de la empresa Tussam que cede altruistamente autobuses para trasladar a los pequeños desde San Pablo a las distintas hermandades de acogida.


Escrito por José Gómez Palas para El Correo de Andalucía
Fuente Fotográfica
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