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viernes, 12 de septiembre de 2014

Con nombre propio: Illanes desconocido


Hay un Antonio Illanes tan desconocido y singular como esta foto de la Virgen de la Paz vistiendo la túnica bordada de un Nazareno. De todos es conocida su producción para la Semana Santa sevillana: la dolorosa del Porvenir; la Virgen de las Tristezas; San Roque o los titulares de la Lanzada o las Aguas pero poco conocemos de aquel hombre que gustaba de juntarse con la élite cultural de su tiempo y que dejó gran parte de su obra en Sudamérica.

Comenzó recogiendo, con una espátula, a los seis o siete años la cera que los nazarenos dejaban en la calle Sierpes para elaborar sus primeras figuras. Fue la persona que mejor conoció al Señor de Sevilla. Lo estudió palmo a palmo y así se refleja en la copia exacta que hizo para la ciudad de Lima. Su hijo Antonio guarda los recuerdos de un hombre con el que Sevilla aún tiene una importante deuda: el nombre de una de sus calles.

Es Antonio Castillo Lastrucci quien animó al artista de Umbrete a dedicarse a la obra religiosa. Con anterioridad, Antonio Illanes ya había situado, por centenares, sus esculturas en Iberoamérica. Embarcaba en la naviera de su amigo Ybarra con las bodegas llenas y regresaba sin ninguna. Así nos lo recuerda Antonio Illanes hijo. No existe registro de todo lo ejecutado, que está repartido por Uruguay, Argentina o Brasil.

La casa de Antonio y Salud es un cofre de recuerdos. Un verdadero museo de obras últimas del artista. Pero sobre todo guarda como mejor tesoro los álbumes de fotos que el propio escultor elaboró.

Además de tallar directamente la madera era también muy bueno con la fotografía. Abriendo estos libros que aún guardan las huellas del escultor, sobrecoge un impresionante proceso de elaboración del otro Gran Poder. Una copia que Illanes lleva a cabo para la Catedral de Lima. Se nota que lo conocía bien. Gracias al hijo del hermano mayor de la época, y con la autorización pertinente, entraba en San Lorenzo, cada noche, cuando ya habían cerrado sus puertas. «Toma medidas, palmo a palmo y resulta esta otra maravilla» observa Illanes hijo. Su madre, muy bética, entregó los bocetos al expresidente del Betis Manuel Ruiz de Lopera, recuerda. En las imágenes, parte del proceso de ejecución de esta obra prodigiosa que día a día iba creciendo en el taller de la calle Antonio Susillo.


Reproduce fielmente la obra de Juan de Mesa incluida la posición exacta de su cuerpo y anatomía. Se observa la zancada poderosa, el paño de pureza, la torsión, el dolor… El Gran Poder en plenitud para Ámerica.

Isabel Salcedo

Su esposa, su mujer, su mejor apoyo. Isabel le sirve de modelo en diferentes ocasiones a este artista que llegó a ser miembro de la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. Ambos saben de las penurias del comienzo. Cuando no tenían ni cama para dormir y las hermandades eran reacias a pagar los encargos. O bien en cómodos plazos o se pagaba en especie con un saco de garbanzos o unos jamones. Las tallas más conocidas, inspiradas por Isabel, la Virgen de la Paz, en su juventud, y la Virgen de las Tristezas, en su edad madura. Como se refleja en las fotos, Isabel era una mujer muy hermosa, rubia, de ojos claros.


A todos sorprende cuando presenta la talla del Porvenir. «Cuando sufrió el incendio, en los años 70, acudimos a la iglesia muy preocupados. Mi madre se interesa por el estado de la Virgen. Cada año se emocionaba mucho al verla en la calle» recuerda Illanes. «Mi padre le decía: Venga! Ponte ahí. Y directamente sobre la madera. De aquel tosco tronco iba extrayendo lo sobrante para que resultara aquella hermosura». En otra tercera ocasión, menos conocida, Illanes también refleja el rostro transfigurado de su esposa en una Dolorosa. Durante largos días, su hijo había estado postrado en la cama con una extraña enfermedad. Los médicos alentaban pocas esperanzas. Isabel no se retira del lecho en ningún momento prestando a su pequeño todas las atenciones posibles. Su gesto está plasmado en la Virgen de la Amargura de Aracena.

Virgen de la Lanzada

Antonio Illanes trabajó para la hermandad de la Lanzada en diferentes ocasiones. En la imagen, vestida de hebrea y con corona de espinas en las manos la primer Virgen de Guía que hace para el paso de palio y que después transforma para que figurara en el misterio. Al final no gustó a nadie y desapareció en los años 40 del pasado siglo. En 1971, hace la actual Virgen de Guía que después retalló Rivero Carrera. En la imagen podemos ver su aspecto original.


Antonio Illanes hijo desmiente otra leyenda urbana cofrade. No es cierto que la cabeza del Crucificado de la hermandad de las Aguas se adaptase a otro cuerpo. “Lo hace de una sola vez para sustituir a una primera talla que arde en San Jacinto”. Sobre el lema de su sudario “Mi mejor obra. No tengo constancia de que mi padre tuviera ninguna imagen preferida. Se hubiera sabido en casa” concluye.

Venus inacabada

El último Crucificado que hizo Illanes, en 1966, reposa en la buhardilla de la vivienda familiar. Al igual que una Dolorosa y una imagen de San Juan «… mi padre siempre tenía en el estudio un calvario conformado por estas tres tallas para vender en cualquier momento». Está firmado en el sudario. El Cristo es de ciprés y no está policromado. Se sale de su estilo conceptual. «Con el cabello poco definido, las manos inacabadas. Los agujeros de los clavos en la muñeca en lugar de las palmas de la mano» repara Illanes. Lo guarda como uno de los mejores recuerdos de su padre, a quien Alfonso XIII condecoró por su contribución a la Expo del 29.

A su lado hay una dolorosa que alguien vistió de hebrea. Con la boca entreabierta, la policromía gastada y torcida por el efecto de la luz del sol «la verdad es que no es lugar para una imagen que se hizo para recibir culto… Tendría mis dudas en venderla, pero como decía del Nido, si alguien me hace una oferta fuera de mercado…», bromea Illanes.

El autor de la Virgen de las Tristezas ingresó en aquel Hospital de García Morato y falleció tres días después de diagnosticársele una pancreatitis. Su único hijo tenía tan sólo 20 años. Muestra orgulloso su última obra. «Es esta. La estaba tallando cuando falleció. Es Venus. Yo la apellidé Venus Inacabada».

El arcón viajero

Es una de las primera obras de Illanes. Muestra escenas del Descubrimiento de América. Este arcón en madera de cedro que recibe al visitante nada más llegar a la casa, estuvo siempre en el taller del artista aunque con idas y venidas. Recuerda Antonio Illanes, hijo, como siendo un estudiante su padre y amigos “lo montaban en un carro y lo llevaban a la casa de empeño para obtener unas perrillas para sus gastos”. Posteriormente lo recuperaban y regresaba al taller. Es testigo mudo de los numerosos encuentros que se producían en la casa de Illanes entre lo más granado de la sociedad sevillana e internacional. La misma Rita Hayworth solía apoyar aquí sus prendas o abrigos cuando acudía a casa del artista. Con él y su esposa fraguó una grata amistad e incluso en alguna ocasión llegó hasta a vestirse de flamenca con un traje prestado por su esposa, Isabel Salcedo.

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