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domingo, 7 de septiembre de 2014

Crónica de un paso indigno


Bordeaba el mediodía de un domingo diferente cuando una fotografía se clavó en mis pupilas y casi me sangran los ojos. Venía uno de buen humor. Pensando en la gran cantidad de chavales que, hacía un rato, veía acompañar a la Patrona y, casi, sentí ganas de felicitar al Presidente de la Agrupación (menos mal, menos mal que no me apresuré). 

Pensando, también, en los amigos del Caimán hablando de niños que no reconocen a la Fuensanta y hoy, casi, le tapaban la cara a la Virgen. O en los amigos de lo "clásico" que parece les falta recomendar prescripción médica antes de sacar una procesión.


Llegué risueño a casa hasta que al móvil llegó la foto y casi me indigesto con las patatas y el bacalao. El paso que habría de llevar a Nuestra Señora, de la Catedral a su Santuario, me hizo entrar, primero en asombro, luego estupor y, al final, una carcajada.

Tengan claro que pasaré la vida defendiendo la salida procesional de la Patrona. Un paso no cambia los valores que uno defiende y por los que casi siempre le parten la cara. Sin embargo, algunos adefesios le hacen a un servidor cuestionarse si merece la pena tanto bregar con las letras para que los hechos lo dejen con un frío malo de cadáver. Si lo miran con atención, nada más que el color, el azul elegido es ya el peor posible y la combinación de los tonos pareciera que la hubiera realizado alguien con serios problemas de visión y no se percató de que recordaban a cortinas.

El exorno de luz y flor me recordó, por un momento, a los trabajos de pretecnología que hacía en la E.G.B. Y miren que yo era malo, pero éste se acerca a mí peligrosamente, con la diferencia de que, por suerte, mi profesor amaba la estética y no sacaba mis "trabajos" a la calle, aunque fueran para tirarlos a la vía pública sin compasión.

Un despróposito como tantos, aunque el fondo, que la Patrona luzca en la ciudad rodeada de gente se va consiguiendo. Enhorabuena a los artífices. Ya, si le ponen un paso medianamente decente será para echar al aire fuegos artificiales y no, desde las tulipas, que parecían lanzaderas de artificio chinas.

Blas Jesús Muñoz









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