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sábado, 13 de septiembre de 2014

El cáliz de Claudio: Siempre feliz


Aunque me parezca increíble, aun quedan sonrisas francas como la tierra, que no entienden de las miserias mundanas que corroen la piel, el pensamiento, el propio quehacer diario. Sonrisas que no saben de presiones ni mordazas que se tensan con su sambenito, tan pretérito, tan presente y tan real. Sonrisas que no persiguen nada porque en sí mismas suponen la felicidad.

Esa sonrisa la veo cada mañana, mediodía y noche. Sé que es un regalo, un estremecimiento bajo mi piel, en la conciencia, en el centro mismo del alma como un presente continuo de tus días. Esos mismos días en que intentarán arrebatártela, con su rastro mezquino de componendas. Será entonces cuando comiences a entender lo que intenta explicarte tu padre. Habrá pocos amigos, los que elijas, los que permanezcan, los que se marchen y los que nunca lo fueron. Habrá quienes lo sigan siendo cuando, en lo más oscuro del pensamiento, quieras creer que no lo son, pero no te han negado su mano que la falsa apariencia intente hacerte ver.



Habrá una ciudad (su gente, sus barrios, sus fiestas...), de la que te recomiendo que salgas, casi huyendo aunque me duela, y veas cuán grande es el mundo y su maravilla y su tragedia inmensa. Vuelve o busca un rincón tranquilo donde halles lo que es necesario.

Habrá personas y convenciones que te digan lo que debes, aquello que hay que hacer para ser uno más. A la gente, a las instituciones, al estado, al dinero... a nadie le conviene que pienses, que te enfrentes a la realidad para denunciarla, para alzar la voz por quienes no la tienen o, sencillamente, porque es tuya y es tu derecho. 

Habrá quien busque tu silencio. Zapateará sobre la mesa, creyendo que te asustarás, que guardarás tu palabra tras los muros de un silencio timorato, desconociendo que -llegados a ese punto- ya nada podrá asustarte. 

No recites, lee. No susurres, grita. No te dejes llevar, piensa. No te vuelvas, pelea. Pero, sobre todo, no pierdas jamás esa sonrisa y será tu coraje y tu tesoro, ser siempre feliz.

Blas Jesús Muñoz













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