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lunes, 8 de septiembre de 2014

El Estatuario: Forum Magnum


Las nuevas tecnologías y el uso actual de las redes sociales me lleva últimamente a retrotraerme a mis antiguos estudios de alguna que otra lengua clásica y mis clases de historia de un magnífico profesor, porque cuando hablamos, leemos o escribimos en los foros, mi pregunta es: ¿sabemos realmente lo que estamos haciendo, tenemos conciencia de hasta dónde, algunas veces, se puede llegar amparado en un pseudónimo o nik?

Es cierto que el foro, en su acepción más genérica, es un espacio público que tenía funciones comerciales, religiosas, administrativas, económicas… y también se trataba del lugar en el centro de la ciudad donde se ubicaba el mercado. Hoy ese foro virtual, se ha convertido verdaderamente en un mercadeo de la vida privada de muchos y en el “espacio protegido” donde se puede verter toda clase de sentencias escudado en un oscuro anonimato, en contraposición al foro romano, abierto y público a la vista y parecer de todos.

Sería incomprensible que ejercitásemos o promoviésemos una censura en cualquier forma de expresión pública, pero el derecho constitucional de libertad de expresión, no es sinónimo de señalar, marcar o advertir sobre el modo de vivir de otros, puesto que ha de ir a la par del derecho a la intimidad y la imagen.

¿Como alguien puede ser capaz de erigirse en juez de una conducta en la que él mismo puede ser juzgado y condenado?

Aquí dejo la pregunta.

Bien es cierto que somos parte de la Iglesia y que como tales debemos atenernos a normas, pautas morales y criterios, que si somos consecuentes, y a estas alturas de nuestra vida, hemos adquirido unas veces de forma consuetudinaria y otras  de modo plenamente consciente. 

Sin duda si existe un foro en la esfera de las hermandades en el que creo rotundamente que debemos, y tenemos derecho, a opinar, a criticar desde la confianza en que seremos escuchados, a pronunciarnos a cara descubierta asumiendo nuestro concepto de hermandad y cofradía.   Es ese cabildo general, cuantas veces desierto porque como decía Albert Guinon “, La cobardía tiene sobre el valor una gran ventaja: la de encontrar siempre una excusa”.

Todo aquel que se atribuye poderes juzgatorios debiera leer la cita del Evangelio de San  Lucas 6,37: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?”

Mercedes de Rueda










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