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sábado, 27 de septiembre de 2014

En mi Huerto de los olivos: ¿Una Coca Cola para dos?


Madre mía cómo está el mundo cofrade cordobés. Patas arriba por unos y otros. Esto promete este otoño, invierno y primavera. Las noticias se dan casi a continuo, que para los que las dan serán buenas, según ellos, y malas para quienes las reciben. Y todo esto se aprecia en la mayor medida de las redes sociales que hoy en día son una fuente inagotable de extrapolación de  noticias. La bolita  de nieve se va convirtiendo en más grande conforme va cayendo y recorre más voces y gargantas.


Así, nos encontramos que habrá costaleros con el dilema de seguir sacando a su Imagen a pesar de los pesares o irse con su capataz o maestro. La amistad influirá en la decisión cuando se trate de capataces humildes que no querrán que sus costaleros y amigos dejen de sacar sus imágenes.

Otros tendrán que pensar si hacer tantos kilómetros para reunirse con su familia de debajo de la trabajadera será este año distinta ante tanto cambio. Otros pensarán que ya es hora de su despedida porque ya han pasado por muchos momentos malos y buenos, y no querrán que se vuelvan pesadillas.

Otros verán como gente innombrable, que se llaman hermanos, se dan abrazos y besos, besos  como el de Judas, que al final te traicionarán. Habrá ladrones, estafadores, justos, honestos, mentirosos, sinceros, gordos, delgados, ricos, pobres, sencillos, difíciles, etc…, pero todos tienen sitio en el Reino de Dios, y sólo el altísimo será juez justo. Seguiremos siendo costaleros, nazarenos, ¿hermanos?, pero solo para nuestro interés y no por el bien de los demás, sino el mío propio. 

No veremos lo mal que lo está pasando nuestro “hermano” o mejor dicho ese que iba a mi lado en la trabajadera o con un cirio anónimo, o con un traje negro o simplemente ese que no puede salir de nada o no puede, o solo seguir con sus lágrimas el paso de su imagen.

Solo nos importa la imagen que podamos exportar, y no seremos capaces de seguir ayudando al que lo necesita, y los matrimonios rotos mirarán por cada uno de ellos, no por sus hijos. Ni iremos a ver a nuestros padres a no ser que me hagan falta para algo “€”. Ni iremos a escuchar la palabra de Dios, porque el que la predica no me da lo que yo quiero escuchar o porque no me consigue aún más de mi egocentrismo.

O mis lágrimas estarán llenas de odio e interés, no de ese dolor que tiene ese hermano, padre, tito, primo o amigo. ¿Qué queremos pedir después si no somos capaces de ser humildes, si lo que hacemos lo hacemos por conseguir un premio a cambio, un reconocimiento?. Si quieres saber cómo estoy ¿por qué no compartimos una Coca Cola para dos?



Pachi Giraldo










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